Capítulo 57
Había pasado un mes desde la ceremonia en casa de Eric, y las cosas parecían haber vuelto a su tranquilo lugar de siempre. Albert, casi con tres años, era capaz de hablar como si tuviera 7, cosa que era realmente asombrosa, y sobre todo muy práctica.
Cada día estaba más grande y más rubio, verle era como observar a Carlisle. Se parecían tanto que era realmente asombroso, si no fuera por aquellos grandes ojos azules.
La noche estaba llegando mientras el sol se dejaba ver, ocultándose tras la inmensa maleza, ofreciendo aquel color rojizo en el cielo encapotado. El frío comenzaba a hacerse cada vez más presente a medida que iba oscureciendo. Se notaba que el invierno se acercaba a pasos agigantados.
Observé el gran reloj que colgaba de una de las paredes del salón, pensando que en poco rato Carlisle llegaría a casa después del trabajo y nos encontraríamos solos durante varios días, ya que el resto de la familia habían decidido ir a pasar una semana a Alaska, aceptando la invitación de Tanya y su aquelarre.
-Mamá, tengo hambre. –Dijo Albert apareciendo ante mí, sacándome de mis cavilaciones mientras me ponía en pie.
-¿Quieres sangre o prefieres otra cosa? –Le pregunté, cogiéndolo en brazos para mirarlo más de cerca. Me encantaban aquellos ojos azul cielo.
-Sangre. –Respondió con una pequeña sonrisa, haciéndome asentir y girar sobre mis talones, saliendo del pasillo y dirigiéndome hacia la escalera, dejando al niño en el suelo.
-Vamos a buscarla, tu padre las guarda en el arcón de arriba, en su despacho.
Albert subió corriendo las escaleras a una velocidad increíble dejándome atrás. Llené mi pecho de aire dispuesta a decirle que tuviera cuidado, pero desistí al pensar que ya habría llegado arriba.
Cuando deposité la bolsa de transfusión en las manos del pequeño, este desapareció dirigiéndose a su cuarto tras darme las gracias, mientras la puerta de la calle se cerraba. Carlisle había llegado, con lo que bajé al salón para encontrarme con él.
-Qué pronto has vuelto. –Dije mientras me acercaba a él, y me besaba en los labios con cariño.
-He podido escaparme un poco antes, tenía ganas de estar con vosotros.
Le sonreí sintiendo que me derretía al observar aquella sonrisa que tanto me gustaba, y volví a besarlo, está vez, con más pasión.
-Albert, papá ya ha llegado. –Dije alzando la voz mientras ambos nos adentrábamos en el salón.
-¿Dónde está?
-Le acabo de dar una bolsa de sangre, está en su cuarto.
-Ya bajará, no te preocupes. Ahora podemos aprovechar este momento para estar solos. Tengo algo para ti.
Arqueé las cejas con sorpresa y me senté junto a él en el sofá, mirándole expectante. El rubio sacó un sobre de su maletín y me lo entregó. Eran dos billetes de avión para Tailandia.
-¿A qué se debe esto? –Pregunté mirándole a los ojos, con una sonrisa estúpida.
-Bueno, va a hacer cinco años desde que nos casamos, creí que podría ser buena idea hacer un viaje los dos solos para celebrarlo.
-Oh, claro. Me parece genial, cariño.
-Me alegra que te guste.
Él se acercó más a mí con aquella sexy sonrisa, para después, volver a besarnos.
-Tengo algo para Albert también. He pensado que podríamos ir con él a algún sitio apartado y enseñarle a cazar, tiene que aprender. Hijo, baja; tengo algo que decirte. –Añadió alzando la voz, pero nadie respondía.
-Voy a buscarle.
Me dirigí a la escalera y subí rápidamente avanzando a su cuarto, pero al llegar al lugar, sentí como mi corazón se disparaba presa del pánico. Nadie se encontraba en el lugar, y la bolsa de transfusiones, medio llena, goteaba sobre el parquet. La ventana de la habitación se hallaba abierta y el gélido aire entraba con total libertad.
Comencé a gritar el nombre de Carlisle para que subiera de inmediato, mientras me arrodillaba cogiendo la bolsa del suelo, intentando contener las lágrimas.
-¿¡Qué ocurre?! –Preguntó alarmado el rubio, llegando en cuestión de una milésima de segundo a mi posición.
Derramando lágrimas silenciosas, me giré para contemplar su rígido rostro aún con la bolsa en la mano, ahora ensangrentada debido al goteo de ésta. Acababa de tener una visión sobre lo que había ocurrido, y mis peores sospechas se habían confirmado. Carlisle me sujeto por los brazos y se acercó más a mí, mirándome directamente a los ojos con extrema seriedad.
-Nadine, háblame por favor.
-Han sido ellos, Carlisle. Los Vulturi se han llevado a Albert. –Susurré con dificultad mientras seguía mirando sus ojos dorados, ahora llenos de preocupación.
-Voy a llamar a Eric ahora mismo. Están desobedeciendo las reglas dictadas por él.
-No creo que eso sea así del todo. ¿No recuerdas lo que nos dijo cuando aún no había nacido? Dijo que ellos sabían lo que ocurría y que no harían nada, y para colmo en la fiesta lo miraban como si fuera oro puro. ¡Ellos lo querían desde que supieron de su existencia, Carlisle! Quieren usar a nuestro hijo a su antojo. –Grité con desesperación mientras lloraba amargamente.
-Cálmate, Nadine. Ahora nos lo explicarán todo. Vamos a ir a por él, no le harán daño, saben a lo que se enfrentan.
-¡Esa gente no tiene sentimientos, no son como tú! Si le pasa algo a Albert te juro que...
No pude terminar la frase debido a la intensificación del llanto, con lo que el rubio me abrazó fuertemente, susurrando que todo saldría bien.
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Una nueva esperanza
FanfictionLuz en la oscura y trágica vida de una joven. Luz para un hombre que vive enfrascado en la eternidad sin remedio alguno. Cuando los caminos se cruzan, surge una nueva esperanza. CarlisleXoc