Capítulo 79

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Capítulo 79

Entré prácticamente derrapando en los terrenos de la gran mansión de Eric, y paré bruscamente en la entrada, aparcando el vehículo rápidamente para después salir de él dejando las llaves puestas por fuera.

Llamé a la puerta con el puño, totalmente fuera de mí, y esperé unos segundos hasta que Eric abrió con suma tranquilidad. No le di tiempo a decir nada, simplemente me abalancé sobre él comenzando a besarle con total pasión, cerrando la puerta de un brusco portazo.

Como era de esperar, el vikingo me siguió el juego gustoso, tanto que en menos de dos segundos se encontraba sobre mí en el gran sofá de su casa, ambos ya sin las camisetas. Comenzó a tocar mi pecho con fervor mientras yo trataba de evadirme y dejar que todo sucediera sin más, pero en el momento en el que miré su cara cuando me desabrochaba el pantalón, noté como todo se derrumbaba. Amaba a Carlisle, y a pesar de lo sucedido no era capaz de hacer aquello. Su imagen venía a mi mente una y otra vez.

Comencé a llorar de nuevo con ganas, haciendo que Eric se detuviera en el momento y me mirara extrañado.

-¿Qué te ocurre? Sabía que esto era demasiado bueno para ser verdad. –Respondió de forma burlona mientras se quitaba de encima de mí y se sentaba al lado, esperando una respuesta.

-Carlisle se ha acostado con Inga. Los he pillado en su consulta. –Sollocé cubriéndome la cara con las manos, dejado que el llanto aumentara.

-Vaya, quién lo hubiera imaginado... no creía que llegarían tan lejos. –Habló mientras recogía mi camiseta del suelo y me la ofrecía.

-No sé qué hacer ahora, Eric. No sé dónde ir, qué hacer con Albert...

-Puedes quedarte aquí cuanto quieras. Inga no está, prefirió quedarse en un hotel.

-¿De verdad? ¿Me harías ese favor?

-¿Acaso tengo opción? Si quiero acostarme contigo tendré que ser caballeroso. –Dijo seriamente fijado sus ojos en los míos.

Lo miré durante unos segundos, para después romper a llorar de nuevo con total desesperación, aún con la camiseta en la mano, la cual dejé caer al suelo para abrazarme a Eric de inmediato, intentando encontrar algo que me hiciera sentir mejor.


Sin saber cuánto tiempo había pasado desperté sobre el regazo de Eric. Me había quedado dormida después de llorar hasta no poder más.

Me incorporé hasta quedar sentada a su lado, y antes de mirarlo observé en un gran reloj de pared la hora; eran las 3 de la madrugada.

-Deberías irte a la cama. Tengo una en la habitación del fondo a la derecha. Por cierto, me he ocupado de tu herida mientras dormías.

Observé como la mano estaba intacta, con lo que supuse que me había dado algunas gotas de su sangre. Iba a darle las gracias cuando alguien llamó a la puerta con ganas. Eric me miró con tranquilidad.

-Es Carlisle. Quiere verte. –Anunció con total calma, sin moverse del sillón.

-Pues yo no quiero verlo a él. Puedes decírselo.

-Como quieras. –Respondió levantándose y desapareciendo de la sala con aquella tranquilidad característica suya.

La curiosidad fue más fuerte que yo, por lo que me levanté y caminé hasta el largo pasillo que llevaba hasta la puerta principal, quedando en el umbral de la misma que comunicaba el salón con el porche.

-Lárgate, Carlisle. Ya te he dicho que no quiere verte.

-Eric, Por favor. Me ha tirado el anillo a la cara.

-¿Te extraña después de lo qué has hecho?

-Si de veras ha sucedido eso, no lo recuerdo. No entiendo nada.

-Vete, Carlisle. A mí no tienes que convencerme de nada.

De pronto, Carlisle empujó a Eric haciendo que este llegara casi a mi posición, aprovechando para colarse dentro de la casa, llegando hasta mí.

-Nadine, cariño, tienes que creerme. No sé qué ha pasado, ni cómo.

-Déjame, por favor. Ya he tenido suficiente con ver como os restregabais. –Reproché mientras mis ojos se tornaban vidriosos y el rubio intentaba acercarse a mí, pero cuando iba a tocarme, Eric se puso entre nosotros dos y lo agarró del cuello, apartándolo a la vez que desplegaba sus colmillos.

-Lárgate, Carlisle, antes de que haga algo que no quiero.

-No le hagas daño, Eric. –Sollocé asustada mientras contemplaba la tétrica escena, y el vikingo me obedecía, soltándolo lentamente.

-Te amo, Nadine. Te juro que descubriré que ha pasado. –Susurró el rubio mirándome a los ojos totalmente abatido, para después salir de la casa y dejarnos solos de nuevo a Eric y a mí.

Me sentía impotente. ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué Carlisle actuaba así cuando sabía de sobra que lo había visto? ¿Por qué intentaba todo aquello si ya no había vuelta atrás?

No podía evitar llorar angustiada ante tal contradicción, y al sentir como cada minuto que pasaba me desgarraba al estar lejos de él. Le quería como el primer día y me había engañado. No podía entenderlo ni creía poder superar aquello.

Me dejé caer al suelo enterrando la cabeza entre las piernas, dejando que el llanto se lo llevase todo ante la mirada de Eric, quien después de un rato en silencio, me dejó sola en el frío y gran pasillo.

¡Muchas gracias por leer y votar, ya vamos acercándonos al final!

Una nueva esperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora