capítulo 73

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Capítulo 73

El sonido de mi móvil me sacó del profundo aburrimiento en el cual estaba sumida, mientras organizaba un nuevo pedido que acababa de llegar a la biblioteca. Observé el número, que me era desconocido, y contesté con extrañeza, dejando una pila de libros sobre una de las estanterías.

-¿Diga?

-Buenas tardes señora Cullen, soy Dilan Smith, el director de la escuela en la que estudia su hijo, Albert.

-¿Qué ocurre, él está bien? –Pregunté alarmada, sintiendo una horrible sensación en mi interior.

-Sí, sí, no se preocupe. Mi llamada es por otra causa. Me gustaría que usted y su marido viniera a hablar conmigo sobre Albert. Estamos teniendo muchos problemas con su hijo. Es la tercera vez que se pelea con compañeros desde que empezó el curso.

-Oh... ¿Cuándo ha ocurrido? No tenía constancia de que... –Respondí tras un breve silencio, sin saber muy bien qué decirle al director, algo avergonzada.

-Esta misma mañana ha sido la última vez. ¿Cree que mañana por la mañana podrían venir?

-Sí, claro. Mi marido no trabaja, y yo puedo pedir un favor.

-Excelente. Es importante que vengan ambos. Les veré mañana a las diez. Hasta mañana, señora Cullen.

-Gracias, señor Smith. Hasta mañana.

Automáticamente después colgué y tardé unos minutos en volver a concentrarme en mi trabajo, sin poder dejar de darle vueltas a la actitud de mi hijo. ¿Qué le ocurría?

Al salir de la biblioteca a eso de las nueve de la tarde, me dirigí directamente al hospital de Forks para informar a Carlisle sobre la reunión a la mañana siguiente, ya que aquel día tenía guardia y no volvería a casa hasta entrada la mañana.

Caminé por los blancos pasillos de las consultas médicas hasta llegar casi al final, donde se hallaba la del rubio, pero antes de llamar a la puerta, me quedé parada contemplando por la ventana como mi marido hablaba con una mujer de pelo largo, dorado y ondulado, demasiado cerca. Inmediatamente después entré sin llamar, sintiendo una sensación que hacía años había olvidado. Los celos y la inseguridad que provocaban.

-Perdón, no sabía que estabas acompañado. –Mentí con una sonrisa falsa mientras escudriñaba el bello y pálido rostro de la mujer, la cual aparentaba unos veinticinco. Tenía el iris rojo, por lo cual, sabía que era una vampiresa sin que me lo dijera.

-No pasa nada, cariño. Te presento a Inga, es otra creada de Eric. Acaba de llegar a la ciudad.

Le estreché la mano aguantando una sonrisa burlona que no me gustó nada, mientras le mentía diciendo que estaba encantada de conocerla, aún manteniendo aquella sonrisa falsa por cortesía.

-Tenía mucha curiosidad sobre cómo sería la mujer de Carlisle, teniendo en cuenta lo atractivo que es él. Apenas podía creerme que de veras fueras humana, pero ya veo que su gusto no se ha pervertido con los años.

-Ya, cuánto me alegro por ello, gracias por el cumplido. Me extraña que él nunca me haya hablado de ti.

-Oh, a mí para nada, ya lo irás descubriendo. –Añadió con aquella sonrisa que ocultaba maldad, y suspiró volviendo a hablar, a la vez que yo observaba brevemente el rostro rígido de Carlisle ante aquella noticia. –Bueno, pues, creo que voy a irme a ver a Eric, estoy deseando verle después de más de dos siglos. Espero que volvamos a vernos pronto, Nadine. Hasta pronto, Carlisle. –Se despidió con una coqueta sonrisa que me dejó alucinada, para después, salir de la sala con total chulería. Tardé unos segundos en volver al mundo real.

-¿Qué ocurre, Nadine? ¿Ha pasado algo? –Preguntó el rubio cambiando de tema, antes de que pudiera pedirle explicaciones.

-Me ha llamado el director del colegio, quiere que mañana hablemos con él. Albert se ha vuelto a pegar.

-Vaya, ¿de nuevo? ¿Cómo ha sido?

-No lo sé, no me ha dicho nada más. Mañana a las diez tenemos que estar allí. Creo que nos va a caer una bronca. –Vaticiné pensando que estarían cuestionando nuestra autoridad como padres.

-Bueno, iremos los dos, claro.

Hubo un incómodo silencio durante unos segundos en los cuales traté de armarme de valor para preguntar sobre lo realmente inquietante.

-Oye, ¿a qué se refería cuando ha dicho que no le extraña que no me hubieras hablado de ella?

-Bueno, compartimos durante un tiempo una relación algo extraña. –Respondió tras pensárselo mucho.

-¿Qué tipo de relación? –Pregunté a bocajarro, pero antes de que contestará, una enfermera entró súbitamente, hablando con rapidez.

-¡Doctor, le necesitamos en el box dos!

-Hablamos luego. -Se despidió besándome fugazmente, para después salir corriendo de la consulta tras la enfermera.

Me quedé parada en mitad de la sala, pensando en cientos de cosas que no me gustaban nada. Aquella mujer no me había dado buena espina, y eso era algo que me inquietaba sumamente, además de lo guapa que era.

Decidí dejar de pensar en aquellas cosas que sin duda sólo lograrían que me llenase de dudas y frustración, y salí del lugar para encaminarme hacia casa, donde me aguardaba una intensa y para nada placentera charla con Albert, quien parecía descontrolarse por momentos.


Al entrar al vestíbulo del hogar me encontré con Eric apoyado sobre el marco de la puerta, con total tranquilidad.

-Hola, Nadine. Te estaba esperando.

-Qué quieres, Eric. Hoy no es el mejor día. –Le respondí fríamente mientras me dirigía hacia el salón, y él me seguía.

-Lo sé, te recuerdo que veo el futuro. Sólo quiero advertirte de que controléis a vuestro hijo; está llamando la atención.

-Oye, sabe perfectamente lo que conlleva que alguien se entere de lo que sois, así que no se te ocurra amenazarnos. –Mi tono se volvió más borde en cuanto me giré para fulminarlo con la mirada.

-Bien, espero que sea así.

-Voy a hablar con él otra vez, todo se arreglará.

-No me cabe duda, si hay algo que no tiene tu hijo es un pelo de tonto. ¿Por cierto, qué tal con Inga? –Preguntó con un tono indiferente, poco creíble. Yo suspiré y le miré a los ojos, sabiendo que por dentro se estaba riendo como nunca.

-¿Puedo hacerte una pregunta, y me prometes que serás sincero? -Le pregunté sin más rodeos.

-Siempre lo soy, deberías saberlo ya, Nadine. ¿Qué quieres saber?

-¿Qué había entre Carlisle y ella? Ha hecho un comentario que me ha hecho sospechar mucho, y Carlisle me responde con evasivas. No me gusta.

-Ellos dos se acostaban. Hace mucho tiempo de eso, creo que fue en el 1700 y algo, cuando todos estábamos en Volterra y volví a buscarlo. No estaban saliendo, sólo era sexo sin miramientos, pero tenían un vínculo muy fuerte.

-Bien, es todo lo que necesitaba saber. Gracias. –Respondí, para después abandonar a Eric en el salón, y subir las escaleras pensando en cientos de cosas.

Una nueva esperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora