Una nueva esperanza

Capítulo 42

Capítulo 42

Durante unas semanas la vida había vuelto a la normalidad siendo rutinaria, sin intentos de secuestro, muerte, ni nada parecido. Era estupendo, y gracias a ello, todo se llevaba mucho mejor.

Era una tarde de viernes a las 9, que anunciaba un tranquilo fin de semana de descanso, y nos disponíamos a salir del trabajo tras recoger un poco el matutino desorden que quedaba al final del día. Al acabar, Jessica me convenció en ir a un bar cercano y tomar algo, así que estuvimos en el local durante una hora, después cada una emprendió el camino de vuelta hacia su casa. Cuando fui a meterme en mi coche, vi a Jessica a lo lejos despedirse, y unos vehículos a la izquierda, vi a un hombre idéntico a Eric meterse dentro de un Corvette igualito que el del vampiro.

Me quedé mirando sorprendida durante unos minutos, hasta que este salió del aparcamiento. Fruncí el ceño, despejando mi mente de aquel extraño suceso, seguramente fruto de mi mente, con lo que me metí en el vehículo y emprendí el viaje.

Conducía por la perdida carretera entre el bosque, dirección a casa, cuando en medio de la carretera apareció una silueta en apenas unos segundos. Pisé el freno hasta el fondo, dando un gran frenazo antes de llegar a colisionar con nada.

Bajé del coche rápidamente para verificar que no había atropellado a nadie, cuando tras de mí, sentí alguien corriendo, pero al girarme no había nada. Grité a la inmensidad si había alguien allí, pero sólo contestó el eco de mi voz.

Regresé dentro del vehículo y emprendí de nuevo la marcha, cuando tras recorrer unos metros se escuchó un fuerte golpe en el techo del coche que me hizo frenar bruscamente de nuevo, escuchando como algo se bajaba de la parte alta.

Volví a salir fuera, dejando encendidas todas las luces exteriores para poder ver en la penumbra, encontrando delante del automóvil una criatura que nunca antes había visto. Tenía forma humana, de mujer, pero su piel era blanca como la cal, llena de rayas negras en el rostro, y unas grandes garras en las manos. Era altísima y tenía cara de pocos amigos.

Comenzó a gruñirme con las fauces abiertas, dejando a la vista unos dientes que nada tenían que ver con la dentición humana. Era parecidos a los de un lobo, con grandes dientes puntiagudos. Yo retrocedí sin saber qué hacer o decir, pero ella seguía acercándose sin cambiar su expresión, llena de furia.

La mujer comenzó a acercarse más deprisa, así que yo corrí en dirección contraria todo lo rápido que pude, presa del pánico, pero ella era más rápida que yo. Me alcanzó abalanzándose sobre mí como un animal, derribándome y tratando de morderme, pero la detuve apartándola con las piernas, volviendo a levantarme rápidamente. Ella se incorporó veloz y volvió a intentarlo de nuevo. Paró en seco cuando detrás nuestra escuchamos un gruñido gutural.

Eric se encontraba a escasos metros con unos grandes colmillos totalmente desplegados, y una cara que helaba la sangre. Era terrorífico.

Segundos después, aquella criatura me propinó un fuerte zarpazo que abarcó desde el hombro hasta el centro del pecho, para después, ponerse ágilmente en pie y desaparecer ante nuestros ojos atónitos.

Eric se acercó en menos de un segundo, y me tomó en brazos llevándome hasta mi coche, que aún seguía en mitad de la carretera.

-No presiones la heridas, deja que la sangre fluya. –Ordenó mientras avanzaba velozmente entre los árboles.

No podía articular palabra debido al inmenso dolor que sentía. Estaba segura que no había sido tan profundo como para ocasionar tal magnitud de sufrimiento, pero me era insoportable, y notaba como caían lágrimas de dolor de mis ojos, sin poder remediarlo.