Capítulo 61
Los tres vampiros se levantaron de su trono, ansiosos, a la par que angustiados, ignorándome totalmente. Entonces aproveché para desplazarme reptando muy lentamente hasta la rama gruesa de madera, ahora ensangrentada, que se encontraba a unos metros de mí. En el momento en que mis dedos rozaron la húmeda madera, sentí como alguien me agarraba brutalmente del pelo y me levantaba posando su otra mano en mi cuello, aferrándose a él con fuerza.
-Has conseguido reírte de nosotros una vez, querida, pero nadie desafía a los Vulturi y sale con vida. ¿No recuerdas a Thomas? –Dijo Aro mientras clavaba sus iris rojos sangre en los míos, y apretaba con ganas.
Notaba como a cada segundo la presión se intensificaba, así pues, luché con todas mis fuerzas por ordenar a mi brazo que se levantara raudo y clavara la estaca improvisada al horrible vampiro. No sin mucho esfuerzo lo conseguí, y Aro gritó de dolor, soltándome súbitamente.
Corrí como nunca antes lo había hecho hacia Eric y Carlisle, pero justo cuando Cayo iba a morderme tras agarrarme de la muñeca, Albert apareció derribándolo de un fuerte empujón.
-¡Ayuda a tu padre! –Grité mientras me incorporaba y observaba sus ojos asustados, para después mirar como llegaba junto al rubio en menos de un segundo y comenzaba a debilitar las cadenas alrededor del cuerpo de Carlisle.
Me dirigí hacia Eric, ya que sus cadenas no estaban fuertemente atadas, con lo que yo podía ayudarle con facilidad. Comencé a quitarle con rapidez toda aquella plata, dejando surcos rojizos de carne viva en su blanca piel. Antes de terminar, Marcus se abalanzó sobre mí, empujándome hacia la otra punta de la estancia, donde me golpeé fuertemente contra la pared.
El dolor y el mareo no me permitían levantarme, pero si visualizar la escena que tenía en frente. Aro gritaba en el pasillo a su comitiva que volvieran mientras los otros dos restantes se acercaban a Albert e intentaban atraparlo.
Me levanté y vislumbré que apenas salía sangre de mis mordeduras, así que no se me ocurrió otra forma de distraer a la pareja que coger una de las copa de cristal cercanas a los tronos y estrellarla contra el suelo, cogiendo uno de los punzantes cristales y rajar de arriaba a bajo uno de mis brazos. La respuesta fue inmediata.
Capté la atención de los vampiros que se dirigieron con rapidez y ansias hacia mí, mientras Albert terminaba de liberar a Carlisle.
Ambos vampiros me mordieron a la vez con un instinto propio de los animales más brutales, y no pude reprimir un grito agónico de dolor al sentir romperse mi carne; pero cuando creía que aquello no tendría fin, ambos salieron volando hacia el otro lado de la estancia, chocando contra las fuertes paredes.
Observé el rostro de Carlisle desencajado por el pánico mientras me levantaba del suelo, y escudriñaba mis mordeduras junto con Albert al lado, quien lloraba silenciosamente, presa del miedo.
-¡Vámonos de aquí, Carlisle! –Gritó Eric mientras con total frialdad arrancaba la cabeza de Marcus de cuajo, y sus brazos, dejándolo totalmente despedazado en el suelo, donde después escupió sobre su cadáver mutilado.
No pude contemplar la tétrica escena más de dos segundos, ya que Carlisle me cargó en brazos, a la par que agarraba de la mano a Albert y nos sacaba de allí de inmediato.
Sin darme apenas cuenta llegamos todos hasta el exterior del castillo en décimas de segundo. Observé a pocos metros como tres coches derrapaban junto ante nosotros. Era el resto de la familia Cullen, con lo que me alegré sobre manera y nos metimos en uno de los vehículos, saliendo de allí a toda velocidad.
-¿Estáis bien? –Preguntó alarmada Alice, conduciendo sin apartar la vista del frente.
-¿¡Cómo se te ocurre venir sola? ¡Casi te matan! –Me gritó Eric enfadado con los colmillos desplegados, ignorando el comentario de la castaña.
-Es mi hijo, no me grites si no puedes entenderlo. –Hablé con dificultad entre gemidos de dolor, notando como Carlisle trabajaba sobre mis brazos y cuello.
Eric observó mis heridas, e inmediatamente después, mordió su muñeca acercándomela con rudeza.
-Bebe. –Exigió en tono frío, fulminándome con aquella gélida mirada.
-No es necesario, me curaré sola.
-No seas estúpida, te quedarán las marcas, y es bastante sospechoso.
-Has perdido mucha sangre. –Respondió de forma dulce Carlisle, mientras me miraba con ternura.
Observé sus ojos dorados unos instantes, para después suspirar con resignación y posar mis labios en la muñeca del vikingo.
Tan solo un día después de nuestra vuelta de Volterra, Eric volvió a visitarnos para gran satisfacción de mi persona. Desde lo que había pasado sentía un fuerte resquemor hacia él. No me fiaba.
Toda la familia Cullen se reunió en el amplio salón a petición del vikingo, quien serio y desganado, se posicionó de pie frente a los sofás donde nos encontrábamos todos expectantes.
-Creo que no hace falta deciros lo que vais a escuchar, pero aún así, es necesario. Hemos entrado oficialmente en guerra contra los Vulturi. Son desertores y traidores hacia su rey, con lo que todo aquel que haya colaborado con ellos, morirá sin compasión. No tardarán en atacarnos, y desde luego en ir a por el chico. –Añadió mirando fijamente al niño. Pude ver como Rosalie lo apretaba más contra sí misma. –Voy a reunir a todos los que me apoyan y lucharemos hasta acabar con el último de ellos. Ahora necesito saber de qué parte esta el aquelarre Cullen, y hasta dónde está dispuesto a llegar.
Carlisle se levantó con lentitud y se dirigió hacia Eric. Miró a los presentes en busca de aprobación con el rostro rígido, y después, volvió a fijar sus ojos en los del vikingo.
-Sabes que nosotros estaremos de tu parte. Lucharemos hasta la muerte por ti, y por Albert.
No pude evitar estremecerme enormemente ante aquel dramático comentario. Miré a los presentes en la sala, consternada pensando en lo que se avecinaba. Quizás muchos de los que estuviéramos allí no viviéramos para contarlo. Volví a sentir un intenso escalofrío, pero me distrajo la voz de Eric.
-Desde hace un milenio no ocurría esto. Esperemos que no sea una batalla tan sangrienta como en aquel entonces. Andaos con los ojos bien abiertos, podrían aparecer en cualquier momento. Tengo mucha gente a la que avisar; nos veremos pronto. –Se despidió tras palmear a Carlisle en el hombro, para después salir del lugar con rapidez y tranquilidad, como si acabara de decirnos que pensaba cambiar la decoración de su casa.
Todos los presente se quedaron en absoluto silencio mientras mantenían la mirada perdida, pensando en los acontecimientos venideros. El temor se reflejaba en sus caras.
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Una nueva esperanza
FanfictionLuz en la oscura y trágica vida de una joven. Luz para un hombre que vive enfrascado en la eternidad sin remedio alguno. Cuando los caminos se cruzan, surge una nueva esperanza. CarlisleXoc