Capítulo 2

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Capítulo 2

-Jessica, ¿conoces al tipo de antes? –Pregunté a la joven mientras volvía a retomar mi puesto, pensativa tras el incidente, y un largo rato de silencio.

-Es guapo, ¿eh? Es el doctor Carlisle Cullen, trabaja en el hospital de aquí, de Forks. Vive con varios hijos adoptivos y una mujer que dicen que es su esposa, o novia, no sé... La cosa es que todas las mujer del pueblo suspiran por él y sus hijos. Parecen estrellas de cine. Llegaron aquí hace un año o así, pero no se dejan ver mucho.

Me quedé pensando un momento, repasando de nuevo las imágenes de mi mente, como si aquello hubiera sido una ilusión. Esa belleza era sobrenatural.

Logré bajar de la nube tras un rato y me dediqué a centrarme en el trabajo, sin pensar en nada más hasta que llegó la hora de cerrar, tan temida. Recogimos entre las dos, apagamos las luces, salimos y mientras Jessica cerraba, comenzamos a hablar.

-¿Vas a ir a tu casa? –Me preguntó extrañada, y con un deje de tristeza.

-Sí, será peor si me voy. Me estoy planteando el largarme un día, pero supongo que no tengo valor suficiente.

-Tienes que denunciarlo. Enfréntate a ello. -Agregó al instante, enérgicamente. Tomé aire antes de susurrar, cansada.

-No es tan fácil... tengo miedo de lo que pueda pasar.

-Si lo necesitas, puedes venir conmigo a mi casa. Aunque viva con mi madre, serás bien recibida.

-Gracias, pero de momento voy a seguir intentando lidiar con ello.

-Bueno, espero que tengas suerte. -Respondió la joven con resignación ante mi actitud huidiza, para después alejarse hacia su vehículo mientras yo sonreía levemente, casi obligada por educación, ya que no me apetecía nada. Al menos ver que se marchaba me alivió.

Pensé mientras me dirigía a mi coche que seguramente no tendría que soportar más de una bofetada, o quizás con suerte ni estuviera allí al llegar a casa. Eso hizo que me sintiera algo mejor, pero no podía reprimir ni ocultar el miedo que sentía.oche. La noche de la fuga de Sona.

Llegué tras más de una hora en la que intenté ir con la máxima calma posible, y por desgracia, las luces de la casa estaban encendidas. Suspiré hondo mientras notaba como mi cuerpo temblaba abriendo la puerta de la casa, observando al entrar como él estaba sentado en el sofá, mirando la tele con una copa de ginebra en mano.

 Cuando ese percató de mi presencia, se levantó y clavó aquellos ojos inyectados en sangre en mí, derrochando odio y furia por doquier. Además de bebiendo, había fumado hierba.

Se acercó rápidamente y me empotró contra la pared, agarrando mi cuello con su mano diestra.

-¡A qué coño estas jugando¡ ¡Vas a acabar muy mal como sigas así! ¡Me perteneces y harás lo que yo te mande, maldita sea! –Gritó mientras arrojaba el vaso violentamente contra el suelo, haciendo estallar el cristal.

-No puedes tratarme como te plazca. –Dije con un hilo de voz mientras observaba sus ojos llenos de ira. Tras aquella respuesta me propinó un bofetón, pasando a empujarme contra la pared más cercana, haciendo que me golpeara la cabeza.

-¡No se te ocurra contestarme! -Dijo volviendo a pegarme, gritando más aún.

Traté de empujarlo para defenderme, pero no sirvió de mucho. Volvió a sujetarme fuertemente del cuello, haciendo que el aire empezara a faltarme, y entonces, juntando todas mis fuerzas y tratando de mantener la mente fría, le golpeé con la rodilla en el estómago con ganas, zafándome de sus fuertes manos.

Una nueva esperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora