Capítulo 76
Las palabras de Eric hacía un par de noches habían despertado una enorme intranquilidad y miedo en mí. Una parte de mi ser le odiaba por hacerme dudar de Carlisle; pero otra no podía dejar de pensar en que quizás tuviera razón, y eso no hacía más que incrementar mi sufrimiento interno hasta tal punto de que no podía concentrarme en otra cosa.
Volví del trabajo en una fría tarde de sábado, resignada como ya era costumbre a no ver a Carlisle por casa, ya que entre tanto trabajo como siempre tenía, y la ya aborrecible Inga, mi marido se había convertido en un fantasma en nuestro hogar.
Con cara mustia y sin tener ganas de nada que no fuera dormir durante cinco días, me adentré en el pasillo del vestíbulo dirigiéndome hacia el salón, donde para mi terrible sorpresa y desagrado, se encontraba la vampiresa rubia junto con Albert, cosa que me hizo enfadar más si cabía. Estaba más que claro que no la tragaba.
-Qué agradable sorpresa. -Dije de forma irónica sin molestarme en sonreír, mientras ambos se giraban para mirarme.
Albert se levantó primero y se acercó para darme un beso, haciendo que me agachara para responderlo, a la par que le preguntaba en un susurro que cómo estaba. Inga en ese momento se dirigió hacia nosotros, plantándose delante con su actitud chulesca.
-He venido a hablar contigo. Créeme, a mí me hace la misma gracia que a ti, tranquila. –Añadió sonriéndome, para después, dirigir sus ojos rojos hacia Albert. –¿Podrías dejarnos solas, cielo? Tengo que hablar con tu mami. –Preguntó con una voz infantil mientras el rubio, con el ceño fruncido, asentía y desaparecía escaleras arriba, no sin antes dirigirme una mirada extrañada a la que contesté con una pequeña sonrisa.
-Bueno, ¿qué quieres? –Fui directamente al grano con decisión; no quería tenerla delante más de lo necesario.
-Sé que has hablado con Eric, y te diré algo bien claro. Deja de intentar apartarme de Carlisle; es mi hermano y mi amigo, con lo que tengo derecho a estar con él todo lo que quiera.
-Deja de zorrear con él y quizás me lo piense. –Respondí de la misma forma chulesca y enfurecida, mientras ambas soportábamos la mirada de la otra. Saltaban chispas.
-No zorreo, quizás sea él el que anda receptivo ¿Lo has pensado?
-No lo creo. –Sonreí de forma maligna.
-Bueno, sea como fuere, deja de apartarme o me vas a cabrear. Cosa que no te conviene, Nadine.
-¿Crees que me das miedo? Yo también puedo enfadarme, no me subestimes por ser humana.
-Créeme que tengo las de ganar, porque si esto sigue igual, iré tan a saco a por tu maridito que te dará vértigo hasta a ti. Sé que caerá, todos lo hacen, tengo un pequeño truco. –Susurró al final, acercándose más a mí a la vez que clavaba sus ojos llenos de odio en los míos, igual de vengativos.
-No estoy tan segura –respondí valentonándome. -Me ha dicho que no le interesas como mujer ya, así que dudo que pueda ocurrir.
-Eso ya lo veremos, y tú serás testigo. –Respondió furiosa mientras borraba aquella sonrisa burlona de su rostro, dándose la vuelta para salir de la casa con un fuerte portazo.
Sentí que había ganado aquella batalla, pero la guerra aún estaba por estallar, lo cual me hizo sentir horrible y tremendamente indefensa frente a ella, frente a su perfección. De pronto me sentí insegura, deprimida y paranoica sin poder evitarlo.
-¿Qué ha pasado? –Preguntó Albert desde uno de los escalones, mirándome fijamente.
-Nada, cielo. Todo está bien. –Respondí con nerviosismo, tratando de ocultar mi malestar, dándole la espalda y encaminándome hacia el sofá.
-Deberías saber que no puedes mentirme. Siento tu frustración y tu miedo. Papá no te engañaría nunca. –Soltó a bocajarro, haciendo que me girara con sorpresa, observando sus ojos azules sin saber qué decir.
-Albert, yo no pienso que... –Intenté excusarme cuando me cortó.
-Yo puedo saber lo que piensa y siente, y sé que daría todo por ti. Te quiere más que a cualquier cosa; nunca te haría daño.
-Lo sé, cariño, gracias por preocuparte. –Susurré mientras lo abrazaba con fuerza y volvía a mirarle a los ojos. –Es sólo que tengo una pequeña crisis interior con eso de envejecer, pero se me pasará, te lo prometo. ¿Quieres que hagamos la cena? –Cambié de tema de forma radical mientras le sonreía, colocándole el pelo.
El niño asintió y ambos nos levantamos dirigiéndonos a la cocina. Por unos instantes conseguí olvidarme de todo aquel asunto.
Casi a la una de la madrugada, observaba el reloj de la mesilla de noche sentada en un borde de la amplia y fría cama volviendo a la cruda realidad. Albert estaba en la cama desde hacía una hora, y yo había dedicado mi tiempo a contemplar el reloj y el vacío sin dejar ni un segundo de darle vueltas a al cabeza. Aquello me consumía.
Inmediatamente escuché como un coche paraba frente a la casa, con lo que corrí hacia la ventana y contemplé como el Mercedes de Carlisle paraba, y a los segundos, el salía con su maletín negro del vehículo haciendo que dibujara una estúpida sonrisa en mi rostro al pensar que aquella noche no dormiría sola.
Pero como todo lo bueno no puede durar, mi sonrisa se borró de inmediato al contemplar como Inga aparecía de la nada, y se acercaba con una amplia sonrisa al hombre. Todo se me cayó cuando la mujer se abalanzó hacia el rubio y lo besó con desenfreno, haciendo que Carlisle se quedara paralizado durante unos segundos, hasta que la mujer se separó y ambos volvieron a hablar de nuevo.
Me despegué de la ventana sin saber qué hacer; gritar, llorar, o simplemente irme a dormir y dejarme morir de rabia. Opté por correr las cortinas con brusquedad y esperar a que el vampiro llegara.
En el momento en el que la puerta se cerró tras de él, mientras me saludaba de forma cariñosa, le pregunté a bocajarro y visiblemente enfadada qué ocurría.
-¿Por qué no la has apartado, Carlisle? Sí, lo he visto todo. –Me adelanté mientras el rubio desdibujaba su preciosa sonrisa, y la cambiaba por un gesto serio y rígido.
-Sabes que soy incapaz de reaccionar mal ante las cosas, Nadine. Pero tranquila, acabo de dejárselo todo muy claro. Le he dicho que no volveré a verla mientras siga acosándome, y que Eric no podrá impedírmelo. Tú eres lo más importante para mí.
-Ha estado aquí antes y me ha dicho que pensaba ir a por ti a saco, que tenía un truco infalible para que todos cayeran. No puedo vivir así, Carlisle... está obsesionada contigo.
-No sientas celos, nada podría separarme de ti. –Agregó acercándose, pasando a sujetar mi barbilla, mientras que con la otra mano, apartaba un mechón de pelo de mi cara.
Suspiré derritiéndome al contemplar aquella sonrisa en su rostro, y no pude más que dejarme caer en sus brazos, aferrándolo fuertemente. Dejé escapar un susurro diciendo lo mucho que le quería y necesitaba a mi lado.
¡Muchas gracias a todos por leer y votar!
![](https://img.wattpad.com/cover/245572308-288-k638202.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Una nueva esperanza
FanfictionLuz en la oscura y trágica vida de una joven. Luz para un hombre que vive enfrascado en la eternidad sin remedio alguno. Cuando los caminos se cruzan, surge una nueva esperanza. CarlisleXoc