Capítulo 17

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Capítulo 17

Después de media hora más de vertiginoso viaje, llegamos a una entrada secundaria del castillo por su parte trasera, donde aparcaron los coches. Todos nos detuvimos un momento y observamos el lugar, y como de la nada surgió la figura de una joven rubia, no muy alta, bella, con ojos y labios carmesí que sobrecogía con su inquietante mirada. Parecía conocerles como de toda la vida cuando la escuché hablar.

-Por fin habéis llegado. Aro está impaciente por veros. –Habló la chica con firmeza, mirando a todos los presentes, y dirigiéndose en último lugar a mí. Noté cierto deje de ansia en aquel brillo rojo. Me recorrió un escalofrió.

Nos adentramos en el castillo siguiendo a la mujer, era un lugar oscuro y hermoso a partes iguales, totalmente de película.

Me quedé realmente impactada cuando junto a nosotros pasó otra joven vampiresa guiando a un grupo de turistas por el castillo. Se me heló la sangre al escuchar el comentario de la rubia a su compañera sobre guardarle unos cuantos para después, puesto que olía delicioso. Miré a Carlisle asustada, y este me agarró más fuerte de la mano, tranquilizándome con la mirada, pero manteniendo las facciones rígidas.

Subimos en un gran ascensor donde permanecimos en absoluto silencio unos segundos, cruzando después un pasillo para llegar a una recepción, donde una mujer morena se levantó y nos saludó en italiano. Nosotros continuamos la marcha como hasta entonces, y no pude reprimir mi pregunta al ver a la chica, así que la formulé cerca del oído de Carlisle, casi en un susurro, a pesar de que el resto me oiría:

-¿Era humana? –A mi pregunta nerviosa, el hombre asintió, serio. No me dio tiempo a preguntar cómo era posible, cuando la rubia respondió con decisión.

-Se convertirá en uno de nosotros pronto. Necesitamos aumentar la guardia. O quién sabe; quizás se convierta en un postre.

Llegamos a unas grandes puertas blancas realmente bonitas. Noté cierta tensión en el ambiente mientras la rubia las empujaba, y entrábamos en una gran estancia con forma circular, con una enorme cúpula en el techo. Sin duda la zona más hermosa que había visto en la vetusta construcción.

Casi en el centro del lugar había tres butacas de época romántica, en las que respectivamente se encontraban tres vampiros. En la escayola de la pared, justo encima de dichos asientos, se encontraban sus nombres: Cayo, Aro y Thomas. Eché un vistazo rápido a los tres susodichos. Aro, quien parecía el jefe, era el que aparentaba ser más mayor, castaño, y de un semblante divertido. Cayo, rubio y blanco cual muñeco de porcelana, tenía una extraña mirada de deseo y malicia que me ponía nerviosa; Y Thomas, moreno de pelo largo, era el más atractivo de los tres. Me llamó muchísimo la atención, sobre todo su misteriosa mirada y su forma de observar, tan intensa y furtiva.

-¡Bienvenidos, hermanos! Estábamos esperándoos ansiosos. Oh, Carlisle amigo mío, cuantísimo tiempo. –Habló Aro levantándose efusivamente de su asiento, y dándole la mano a Carlisle. El hombre se detuvo un momento observando al rubio, y continuó hablando. -Es realmente asombroso lo que acabo de ver... La tua cantante.

El hombre soltó la mano de Carlisle y se acercó a mí, observándome sin perder detalle. Me sentí realmente incómoda y asustada al tener frente a mí a un vampiro de miles de años más que interesado en la sangre humana.

-¿Me permitís, Nadine, vuestra mano? –Yo observé temerosa al rubio en busca de la respuesta, puesto que no tenía ni idea de qué estaba pasando. Asentí al observar el gesto de Carlisle. Tras unos segundos, Aro volvió a hablar. –Vaya... cuánto dolor y sufrimiento he visto... y miedo. Debes de amarla más de lo que puedo imaginar para resistir esto, Carlisle. Sólo con olerla me siento sediento, pero no estamos aquí para hablar de esto, por ahora. Jane, querida; trae al neófito. –Dijo el hombre con una sonrisa, mirándonos a todos.

Una nueva esperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora