Capítulo 12

770 43 3
                                    

Muchas gracias a todos los que leéis y seguís la historia. 

Capítulo 12

Abrí los ojos sintiéndome extrañada y algo cansada.

Miré a mi alrededor sin saber bien qué había pasado. Imágenes borrosas acudían a mi mente sobre lo que había acontecido antes de desmayarme.

Enseguida me percaté de que allí estaba Carlisle, junto a la ventana del cuarto en completa quietud, pero pude discernir que su rostro no estaba tenso. Se acerco unos pasos con una pequeña sonrisa tranquilizadora.

-¿Cómo te encuentras?

-Un poco aturdida, pero bien.

Cerré los ojos un momento para centrarme y terminar de enfocar, pasando a mirar mi brazo. Aun tenía conectada la sangre, y más abajo, una venda cubriéndome la mordedura de Carlisle.

-Tranquila, en unos meses sólo te quedará una cicatriz. Pero de momento llévala cubierta siempre. –Dijo al ver que escudriñaba la zona.

-¿Cómo supiste que debías parar? –Pregunté con intriga, mirándole de nuevo. Él sonrió levemente.

-Por el sabor de la sangre. Cuando empezó a ser diferente, tan dulce, supe que había eliminado la otra. Además, empezaste a perder el conocimiento.

-¿No te resultó difícil parar cuando la probaste?

-Era algo tentador, pero los años me han hecho más fuerte de lo que pensaba. Además, prefiero tenerte viva y estar contigo hasta el resto de tus días, a disfrutar unos minutos absorbiendo tu sangre.

-Es lo más bonito que me han dicho nunca. –Dije con una sonrisa divertida, esforzándome por enfocar la vista nuevamente.

-No te precipites, este sólo es el principio. –Corrigió con ternura, en una mueca entre la seriedad y la diversión.

-¿Podrías acercarte?

Él se aproximó obedientemente hasta llegar junto al borde de la cama, mirándome, esperando la siguiente indicación que de seguro intuía. Entonces, le hice un leve gesto con la mano para que se inclinara hasta que estuvo lo suficientemente cerca para que pudiera rodear lentamente su cuello con el brazo libre, y posara un profundo beso en sus duros labios.


Pasaron un par de días y por fin salí de la UCI. Podría volver a mi vida de nuevo pronto, aunque aún no había llegado el ansiado momento. Carlisle se esforzó por convencerme de quedarme en el hospital ingresada hasta que mis heridas me permitieran moverme con algo de soltura. No pude objetar de ninguna manera, ya que empezaba a hablarme con tecnicismos médicos sobre lo que podría ocurrirme si no esperaba algo más, y realmente conseguía asustarme.

En aquellos días vinieron a visitarme Jessica y su madre, Alice y Esme, quienes no dejaban de llenarme la habitación de flores, bombones, etcétera... Y la última persona que hubiera deseado que se enterara de aquello.

Carlisle se encontraba conmigo aquella tarde en la cual tenía el día libre, y comencé a plantearme todo aquel asunto de la sangre. Pasé un largo rato mirando a la nada, planteándome cuestiones que, sin lugar a dudas, daban respuestas algo inquietantes. Salí de mis pensamientos al escuchar al rubio llamándome.

-Nadine, ¿te encuentras bien?

-Sí, tranquilo. Es sólo que el problema que hubo con la sangre es tan extraño...

-Lo sé, a mí me pasa lo mismo, he pensado en ello mucho. He indagado sobre quién te la administro. Las transfusiones son muy serias, y rápidamente se puede descubrir quién ha sido mirando los cuadrantes del personal, pero no están.

Una nueva esperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora