Capítulo 46

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Capítulo 46

A la mañana siguiente me levanté menos mareada de lo habitual, y con algo más de ánimo, comencé a buscar en el armario la ropa para ir al trabajo. Al cerrar el mueble y dejar las prendas sobre la cama, me quedé contemplando mi reflejo en el gran espejo de la pared. Mi vientre estaba algo abombado, y entonces pasó por mi cabeza una idea completamente descabellada al relacionar aquello con lo que me había pasado en las últimas semanas.

Imposible estar embarazada de un muerto, ¡por el amor de Dios! Sacudí la cabeza levemente y continué con mis quehaceres. Comencé a desvestirme con aquel deje de pereza que no me abandonaba últimamente, quedando petrificada al contemplarme sin camiseta ante el espejo. Grité el nombre de Carlisle, asustada, sin dejar de observarme.

EL rubio apareció rápidamente en el cuarto, preguntándome con desesperación si estaba bien.

-Mira esto. –Asustada me giré para enseñarle un enorme moratón que cubría gran parte de mi vientre, y algo de costado. Su semblante cambió rápidamente a una seriedad extrema, sin apartar la vista de aquella gran mancha oscura, para después de unos segundos tocar la zona suavemente.

-¿Te has caído o golpeado con algo?

-No, Carlisle, nada; ha aparecido hoy. ¿Será de los golpes que me da lo que sea en el interior?

-De qué si no podría ser. Esto ya no es algo médico, Nadine; es sobrenatural. –Habló serio, observando mi asustado rostro mientras pensaba rápidamente en las palabras de Eric, hacía ya casi un mes.

-¿Tendrá que ver con lo que Eric decía qué iba a ocurrir?

-Estoy casi seguro de que sí. Voy a llamarlo para que vega cuanto antes.

En menos de dos horas Eric llegó a casa con su natural chulería y pasotismo. Me irritaba su forma de ser, y esta vez más si cabía, al estar de los nervios mientras él sabía todo y danzaba tan tranquilo sin importarle en absoluto nuestro temor.

-Por vuestras caras, deduzco que ya ha empezado.

-Habla claro de una jodida vez, Eric. Esto no es un juego. -Me quejé al escudriñarlo, sin atisbo de broma.

-Desde luego que no, Nadine. Pero créeme, lo desearás.

-Eric, Nadine tiene unos síntomas muy extraños que la medicina no puede explicar. ¿Tiene que ver con lo qué nos dijiste que viste en nuestro futuro? –Preguntó Carlisle, intentando sonar amigable, mientras el rubio dirigía la vista a él sin muchas ganas.

-Sí. Es justo por lo que he acudido tan raudo a vuestra llamada. Sabía que el momento había llegado. No me digáis que no os lo imagináis, Carlisle. Vómitos, mareos, retraso de su menstruación.

-No me digas que... –Carlisle calló de forma súbita, observando muy sorprendido al vampiro, mientras esté miraba impasible.

-Bravo, menos de lo que yo pensaba. –Dijo el rubio, mofándose a la par que miraba su gran reloj. –Acertaste, Carlisle. Vais a ser padres de un pequeño monstruito.

Ambos nos quedamos helados ante la noticia. No podía ser ¡Era imposible!

-Si es broma no tiene gracia, ¿vale?

-Puede ser, Nadine. Han existido leyendas antes de niños mezcla humano y vampiro. No han estado bien vistos nunca, ya que suelen tender poderes que los vampiros no poseen, y eso les aterrorizas. La seraphín te atacó por eso, ellas son protectoras de la naturaleza; y esto va en su contra a más no poder.

-¡¿Pero si estás muerto, cómo es posible que puedas tener descendencia? –Dije con un deje de angustia en mi voz, sin entender nada.

-Nadine, estas hablando con dos vampiros, eso no tendría que extrañarte a estas alturas. Vivimos en un mundo lleno de cosas sobrenaturales. –Respondió Eric, entrometiéndose.

-Sí, vale, tienes razón. Pero esto me afecta muy directamente, Eric. No sé si te das cuenta.

-Deberías no tenerlo, cariño. –Habló sereno Carlisle, con tristeza, fijando sus ojos en los míos.

-¡No! Es nuestro hijo, quizá sea la única oportunidad de que podamos ser padres. Quiero tenerlo.

-Te matará, Nadine -afirmó duramente Carlisle-. Sólo con unas semanas fíjate en lo que te ha hecho, ¿qué pasará cuando lleves unos meses?

-Siempre podrías convertirme en vampiro, y así no moriríamos ninguno.

-Creo que empieza a agobiarme vuestro conflicto de intereses -habló el vikingo-. Enhorabuena, ya me contaréis qué habéis decidido, y por cierto; los Vulturi estás enterados de esto, es por ello que les convencí para que no la mataran. –Dijo Eric mientras se dirigía a la salida, desapareciendo en su veloz coche deportivo, dejándonos sumidos en el silencio y la incredulidad.

-Nadine, pensemos un poco esto, ¿de acuerdo? –Carlisle rompió el silencio, sereno, acercándose a mí.

-Voy a tenerlo, no me vas a convencer. ¿Por qué nunca me has contado que podía ocurrir?

-Eran leyendas. Nunca lo vi, ni nadie fue capaz de asegurarlo, pero si es cierto lo que he oído... acabarás muriendo.

-Debemos intentarlo, quizás podamos evitarlo. –Dije convencida, mirando su cara frustrada, compungida por la preocupación.

-Y si no es así, ¿debes morir por lo que quiera que nazca?

-Es nuestro hijo -susurré con un deje de incomprensión, clavando mis ojos en los suyos-, y sabes perfectamente que puedes convertirme. No tienes que dejarme morir.

El hombre suspiró profundamente mientras dirigía la vista hacia otro lado, sumido en el silencio, aunque podía escuchar su mente gritar asustada sobre miles de preguntas que se hacía. Tras unos segundos volvió la vista para mirarme profundamente.

-Está bien. Seguiremos adelante con esto, pero si puedo salvarte, no te convertiré.

-Lo acepto.

Ambos nos miramos unos segundos, para después abrazarnos con ternura durante largo rato, olvidando por un instante todo lo sucedido y la tensión.

-¿No te hace ilusión que vayamos a ser padres? –Pregunté tras separarnos, mirando su rostro, asustada, esperando una respuesta.

-Claro que sí; era lo que más deseaba, pero tengo miedo. No quiero perderte, ni que sufras.

-Aunque fuera humano también sufriría, Carlisle. Saldrá bien al final, ya lo verás, y después podremos ser felices, los tres. –Sonreí observando como en su rostro se dibujaba una feliz sonrisa, para después besarnos.

Una nueva esperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora