Capítulo 62

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Capítulo 62

-Todos están muy preocupados; piensan que alguno morirá.

Miré a Albert esbozando una triste sonrisa falsa mientras lo arropaba para dejarlo dormir, pero sabía que no podía engañarlo, puesto que mis ojos reflejaban la misma preocupación que todo el mundo. Aún así concentré mis pensamientos en lo que decía, mientras respondía sentándome en la cama a su lado.

-Eh, nadie va a morir, ¿vale? Es cierto que nos esperan días difíciles, pero no ocurrirá nada malo. Somos mejores que ellos.

El niño me miró con poco convencimiento mientras yo trataba de mantener la fuerza y la sonrisa. Carlisle, en ese preciso instante, entró en el cuarto cerrando tras de sí para después acercarse hacia nuestra posición y sentarse a mi lado.

-¿Qué os pasa? Estáis muy serios. –Dijo el rubio con una bonita sonrisa, acariciando mi brazo a la vez que me miraba fugazmente.

-Estoy preocupado por la guerra, todos lo están.

-No dejaremos que te hagan nada; estás a salvo.

-No quiero que le pase nada a nadie, tía Rosalie cree que moriremos.

-Está muy asustada, pero todo saldrá bien.

-No lo piensas, tienes miedo de que le pase algo a mamá, o a los tíos.

Carlisle guardó silencio y se mostró serio durante unos breves segundos, yo lo miré con miedo y tristeza. Sólo era un niño, no era justo que sufriera de esa forma.

-Albert, todos tenemos miedo, es inevitable al no conocer qué puede ocurrir, pero no dejaré que hagan daña a nadie, te lo prometo.

Ambos se miraron unos instantes intensamente, mientras yo contenía las lágrimas con esfuerzo.

-Vale. –Respondió el niño mientras asentía, y Carlisle sonreía.

-Bueno, ahora tienes que dormir, igual que mamá.

Ambos nos levantamos de la cama y el rubio se inclinó sobre el niño, besándolo en la frente.

-Que descanses, cielo. –Respondí después de besarlo en la mejilla.

Ambos salimos de la habitación cerrando tras nuestra marcha. Comenzamos a andar dirigiéndonos al dormitorio.

-¿Crees de veras que tenemos posibilidades? –Pregunté con un miedo inmenso, escudriñando el pálido rostro de mi marido.

-Sí, de veras lo pienso, aunque estará muy reñido en cuanto a número y fuerzas. Pero Eric impone respeto a la mayoría de los vampiros, no creo que muchos más le desobedezcan. Los mataría a todos si ganase.

-¿Y si perdemos? –Pregunté con un hilo de voz haciendo que Carlisle se parara en seco, y se pusiera frente a mí, cogiéndome de las manos.

-Daré mi vida antes de permitir que os toquen. Confía en Eric, es un gran estratega. Ganaremos.

-No quiero perderte, Carlisle, no puedo seguir si tú no estás.

El rubio me abrazó con fuerza mientras yo derramaba lágrimas silenciosas sobre su hombro. Iban a ser tiempos sumamente duros, y no sabía cómo afrontarlos, al igual que el resto de la familia. El optimismo comenzaba a ser una utopía lejana y difusa.


Al anochecer siguiente, Eric se presentó en casa con un gran papel enrollado, sin mediar más palabra que un simple saludo, anduvo con decisión hasta la mesa del salón y desplegó aquel papel que acabó siendo un gran mapa del norte de Estados Unidos, centrado en Alaska.

-Los aquelarres del norte están con nosotros, al igual que los africanos. De los que no me fío son de los ucranianos y griegos.

-¿Por qué traes este mapa? –Pregunté inevitablemente observando al rubio, quien fijó sus fríos ojos azules en los míos.

-Alaska puede ser nuestro campo de batalla. Está poco poblado y contamos con el aquelarre de Tanya para ayudarnos. Tenemos que conocer el terreno.

-Qué pasará si se nos adelantan, vienen a por Albert. –Habló Rosalie de forma fría, mirando el mapa. Eric levantó la vista y la miró, para después posar los ojos en mí y Carlisle.

-El niño y Nadine tendrán que irse de inmediato, es muy probable que intenten en cualquier momento atraparlo.

-¿Dónde has pensado que vayan? –La voz de Carlisle sonó serena, pero había un deje de temor que noté atisbar.

-A una de las casas de Tanya, justo en la frontera. De ese modo podremos tenerles vigilados y cerca.

-No pretenderás que estén solos, ¿verdad?

-Claro que no, Carlisle. Uno de tus creados puede estar con ellos, o bien un componente de la familia de Tanya. Pero tú no, tú tienes que estar a mi lado, eres esencial para ganar esta lucha. Creo que debería ser alguien del aquelarre de Tanya, conocen la zona perfectamente y sería de gran utilidad en caso de emergencia.

Carlisle frunció ligeramente el ceño para después aprobar el plan de Eric, a pesar de su preocupación, prácticamente palpable.

-¿Cuándo saldremos? –Pregunté seriamente, mirando al vikingo después de aquel silencio, evitando el miedo que crecía en mi interior.

-Mañana al atardecer vendrá Kate y os llevará a la casa.

-Alguien debería escoltarlos hasta allí, puede que tengan espías. –Dijo Rosalie con frialdad, mirando al rey.

-Está bien. Dos de vosotros podréis vigilar que lleguen hasta la casa sin problemas, pero después os quedaréis allí, es demasiado arriesgado que volváis. El resto partirá al día siguiente, al anochecer, iremos directamente a casa de Tanya y comenzaremos con los preparativos.

-Yo iré con ellos. –Se precipitó a decir Rosalie, manteniendo la misma frialdad y rigidez.

-Yo la acompañaré.

Todos miramos a Emmett, quien sonriendo levemente se puso junto a la rubia. Carlisle asintió con una débil sonrisa, para después fijar la vista en Eric, quien volvió a hablar.

-Perfecto, mañana nos volveremos a ver entonces. Ahora necesito hablar con vuestro creador.

Carlisle hizo un leve gesto con la cabeza y todos salieron del lugar con tranquilidad, aunque seguían manteniendo las mandíbulas apretadas. Yo tardé algo más en abandonar la estancia, ya que me quedé observando con recelo a Eric fijamente durante unos segundos, hasta que Carlisle dirigió su mirada a mis ojos coléricos, haciéndome entender que todo estaba bien y no me preocupara.

¡Saludos, y gracias a todos lo que leéis :)!

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