Capítulo 8

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Hola a todos, sólo quería decir un par de cosas:  

No pongo el disclaimer porque ya he avisado de todo lo que debía/quería en los capítulos primeros, así no me repito todo el rato. No obstante, toda la info importante se puede encontrar al comienzo.

En segundo lugar, agradecer a todos los que estéis pasando por aquí y leyendo. Muchas gracias. Me gustaría también agradecer especialmente a LaydiCaballero y karenlimaar. Ojalá continuéis por aquí y os animéis a comentar. Un saludo, y de nuevo, gracias.

Capítulo 8

Le dejé una nota a Jessica por la mañana diciéndole dónde iba, y que nos encontraríamos en el trabajo. Me dirigí al lugar con mi coche sin pensarlo mucho más.

 Me costó algo de tiempo encontrar la casa, pero lo logré. Había un cartel de alquiler, saqué el móvil y llamé, ya vaticinando lo que se venía económicamente hablando.

-¿Diga? -Respondió una voz de hombre.

-Hola. Vera, quería saber si sigue alquilando su casa. Estoy interesada en ella.

-Así es, si quiere podemos quedar cuando le venga bien para que la vea.

-No, no es necesario. ¿Cuánto pide al mes?

-950 dólares.

Mis ojos se pusieron como platos, menos mal que tenía ahorros, si no tendría que dejar de comer para pagar.

-Bien, pues; ¿Cuándo puede hacerme el contrato?

-¿Mañana a las 10 en la cafetería de Silver treek?

-Claro, allí nos veremos, gracias.

Un problema menos que daba otro más... Pediría ayuda a mi hermana hasta que solucionara el chantaje de Ray. Guardé el teléfono y me dirigí al trabajo, pisando de más el acelerador para no llegar tarde.

Una vez allí, relajada de la tensión tras haber puesto en orden algo por fin, le conté a Jessica que mañana mismo me mudaría. Inventé excusas para no decir la verdad, demasiada gente ya sabían qué pasaba. Ella no preguntó mucho más, como solía; amaba eso de Jessica. Las cosas marchaban bien, por lo menos de momento.

Salí volando de allí para que me diera tiempo a arreglarme. Era una situación de pura tragicomedia. Iba a conocer a la vampírica familia de mi... ¿novio?

No habíamos hablado de lo que era esto que nos traíamos entre manos, aunque la verdad es que era algo bochornoso, y más al pensar que tenía 300 años. El colmo sería llevarme mal con su familia. 

Me duché y arreglé de forma informal. Unos vaqueros y un jersey negro fino de cuello redondeado. Terminé justo a tiempo cuando vi por la ventana de mi cuarto que su coche se detuvo ante la casa.

Le vi salir y sentí lo típico que habían sentido todos los personajes de novelas románticas que había leído. Ese cosquilleo, la aceleración del pulso, las ganas de no irme de su lado jamás. Vi como fuera del coche me miró desde la calle. Le hice un gesto con la mano y bajé lo más rápido posible, tratando de controlar mi fuero interno para no sentirme tan ridícula.

A pesar de aquella sensación de estúpido embotamiento cursi, no podía sentirme extremadamente feliz. Mi vida, que siempre había sido un cuento frustrado, empezaba a recomponerse, y aunque no fuera así, no podía ni quería pensar otra cosa.

-Hola, estás muy guapa. -Saludó con una leve sonrisa.

-Gracias, tú... estás como siempre, increíble.

Sonrió acercando su rostro al mío mientras lo acaricia con delicadeza, añadiendo si estaba lista para marcharnos. Poco después, entramos en el coche a la par que pensaba la respuesta.

Una nueva esperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora