Capítulo 86

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Capítulo 86

Habían pasado casi dos meses desde mi conversión, y el tiempo parecía haber pasado a cámara lenta en mi vida. La horrible sensación de desenfreno, la sed, hacía que salir de casa me costara horrores, con lo que había pasado encerrada en aquella jaula de cristal y hormigón todo el tiempo, con la excepción de salir de caza con Carlisle y Emmett, por si había complicaciones.

La super fuerza comenzaba a remitir, al igual que el frenesí por la sangre humana, aunque esto iba mucho más lento para mi tremenda desgracia. No obstante, estaba bastante satisfecha conmigo misma, ya que Albert había vuelto a casa y no había tenido ningún tipo de instinto asesino hacia él, controlándome enormemente ante el olor delicioso de su sangre.

Aquella circunstancia me había parecido evidencia más que suficiente para confiarme y creer que sería capaz de hacer lo mismo con un humano común, pero al parecer a Carlisle y los chicos no les parecía del todo acertado que me relacionase aún con humanos, o simplemente que saliera sola por el bosque.

Una mañana, a eso de las 11, el timbre de la casa sonó, y de inmediato supe que era el cartero al oler su sangre desde mi dormitorio.

Contuve la respiración para no inhalar el dulce aroma, y pensé que aquella era una buena oportunidad para demostrar que era capaz de comportarme como un ser civilizado, con lo que me levanté y tras observar que el color de mis ojos era algo que podía pasar por normal, ya que estaban comenzando a parecer dorados, me dirigí hacia la puerta rápidamente, inspirando antes de abrir, calmándome por completo.

-Buenos días, señora ¿Carlisle Cullen? –Preguntó el hombre con un sobre grande en la mano.

-Sí, vive aquí, pero está en el trabajo. –Respondí con una pequeña sonrisa, intentando olvidarme de la sangre que notaba palpitar fuerte por su aorta.

-No importa, usted puede firmas por él. ¿Es su mujer? –Preguntó sin levantar la vista de la hoja que tenía en sus manos

-Sí.

-Bien. –Murmuró mientras lo anotaba y volvía alzar la vista. -Firme aquí y aquí, si me hace el favor. –Comentó secamente mientras me entregaba un bolígrafo y me pasaba la carpeta con el formulario, indicándome el lugar.

Mientras obedecía al hombre él rebuscaba en su bandolera, cuando de pronto un intenso olor me hizo pararme en seco, totalmente alerta, haciendo que lo mirara fijamente.

No pude resistir mis instintos cuando observé aquella pequeña gota de sangre en su dedo, y soltando la carpeta como si estuviese viendo a un fantasma, me abalancé sobre él, mordiendo su cuello, comenzando a succionar brutalmente su dulce y cálida sangre.

-¡Nadine, No! –Gritó Rosalie, quien había vuelto del bosque, unos metros atrás viendo con pavor la escena.

Segundos después la mujer estaba apartándome del cartero con un fuerte empujón. El hombre gritaba con dolor sintiendo la ponzoña correr por su sangre.

Me levanté rápidamente del suelo volviendo en mí, mientras Rosalie se arrodillaba junto al hombre y taponaba la herida con una mano, a la par que con la otra sacaba el móvil, rauda.

-¡Carlisle, tienes que venir enseguida! ¡Nadine ha mordido a un hombre y se está convirtiendo! –Habló alarmada la rubia. Yo observaba con terror la escena, siendo consciente del mal que había provocado.

-Voy enseguida, pero tienes que succionar la ponzoña, Rosalie. No podré llegar a tiempo. –Escuché hablar al rubio al otro lado del teléfono, con seriedad, tratando de mantener la calma.

-No puedo hacerlo, yo...

-Si puedes, confió en ti.

-Está bien. –Murmuró ella, para después colgar y suspirar profundamente. Su cara reflejaba tensión como pocas veces.

Segundos después se acercó hasta la herida del cuello del cartero, comenzando a succionar la sangre contaminada.

-¡Rápido, algo para taponar la herida! –Me gritó histérica tras finalizar, con las manos llenas de sangre.

Rápidamente me adentré en la casa a velocidad vampírica, saliendo a los segundos con una toalla del baño blanca, que esta me arrebató de las manos, presionado la herida de aquel pobre hombre con un suspiro entrecortado.


Carlisle llegó pocos minutos después, saliendo del coche con suma velocidad, con una bolsa de sangre para transfusión.

-Rosalie, cógelo mientras le pongo la vía. Llevémoslo al salón, ¡rápido! –Ordenó mientras pinchaba el brazo del cartero, conectando la bolsa a su cuerpo a la vez que corrían hacia el interior de la casa.

La culpabilidad era tan grande que difícilmente podría explicarla mientras contemplaba al rubio trabajar, y a Rosalie limpiar la sangre de la entrada con rostro rígido, sabiendo que estaba haciendo un esfuerzo increíble ante la sangre y su olor. Ella jamás había probado la sangre humana, y por mi culpa lo había hecho, algo que sabía de sobra, jamás me perdonaría.

-Se pondrá bien. –Murmuró Carlisle alejándose del lado del hombre, caminando hacia mí, serio, mientras se limpiaba las manos ensangrentadas. -¿Por qué le abriste?

-Creía que sería capaz. –Susurré levemente sin mirarle, avergonzada por lo ocurrido.

-Esto es mucho más difícil de lo que parece, lo sé, y algún día serás capaz de resistirlo e ignorarlo, debes darte tiempo. Tengo que llamar a Eric para que venga.

-¿Para qué? –Pregunté horripilada ante el comentario.

-Tendrá que hipnotizarlo para que no recuerde nada, y borrarle las marcas.

-Y de paso para echarme la bronca. Es el rey.

-No será muy duro, sabes que es muy pasota.

-Se trata de mí, será todo lo cruel que pueda. Me siento fatal, Carlisle... –Sollocé tras vislumbrar el cuerpo del hombre en el sofá, mientras el rubio me abrazaba.

-Está vivo y no recordará nada; todo esta bien.

-Podría haber muerto si Rosalie no aparece, y por mi culpa ha tenido que beber su sangre, a pesar de que le cuesta controlarse.

-Ella te comprende, te perdonará, tranquila.

Mientras sollozaba sobre el hombro de Carlisle, el sonido de alguien llamando a la puerta bruscamente nos sobresaltó. Ambos nos miramos de forma rauda sabiendo que era Eric el que se hallaba al otro lado de la puerta. Ya se había enterado sin necesidad de decirle nada.

Una nueva esperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora