Capítulo 39

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Capítulo 39

El miércoles por la mañana ya me encontraba en el hospital, esperando a que comenzara la operación. Una enfermera llegó a por mí a eso de las 11 de la mañana, y tras despedirme de Carlisle, me llevó a uno de los quirófanos.

-Vamos a empezar, dormidla. –Dijo Alfred mientras cogía un utensilio que no pude ver con claridad.

Una de las enfermeras me puso una mascarilla sobre la boca y nariz, mientras me decía que contara 10 desde atrás, respirando hondo. Le hice caso y me quedé profundamente dormida en apenas unos segundos. Casi no me dio tiempo ni a preocuparme.


Desperté con lentitud, sintiéndome débil, intentando con todas mis fuerzas enfocar para distinguir lo que veía. Una vez conseguido, observé a Carlisle allí, de pie junto a la cama, mirándome fijamente con semblante relajado.

-Hola. –Hablé suavemente mientras le sonreía.

-¿Cómo estás?

-Me siento como cansada, débil.

-Es normal. Todo ha salido bien, cariño. En unos cuantos días podrás irte a casa.

-¿Has visto la operación?

-Sí, conseguí que me dejarán verlo. Fue bastante bien. Ahora tengo que volver al trabajo, pero Edward y Alice vendrán a visitarte más tarde. Todos quieren venir a verte, pero el régimen de visitas es bastante estricto de momento. Necesitas descansar.

-Claro. Qué bien te sienta la bata de médico, estás incluso más guapo que de costumbre.

El rubio sonrió ampliamente, acercándose para besarme con lentitud. Después se despidió y salió de allí, prometiendo que volvería pronto. Ya estaba echándolo de menos.


En los primeros días me visitó toda la familia Cullen, incluso Rosalie, aunque seguía siendo igual de arisca conmigo, y Esme, quien se disculpó por lo ocurrido meses atrás. La vampiresa se sinceró sobre sus sentimientos, contándome su versión con visible vergüenza.

Una tarde después de la visita de Esme por la mañana, alguien llamó a mi puerta con suavidad, entrando y dejándome sorprendida e inquieta.

-Hola, Nadine. Me alegro de que estés bien. –Dijo el vampiro mientras se acercaba con una sonrisa pícara, y depositaba un hermoso ramo de flores sobre la mesilla. Dudé sobre qué decir, intentando que mi sorpresa no se notara mucho.

-Hola, Eric. Gracias por las flores, son muy bonitas ¿Cómo te has enterado de esto?

-No soy el rey de los vampiros sólo por mi edad, Nadine. Veo el futuro. Soy el rarito de mi especie. –Habló serio mientras se acercaba a mi altura y me miraba a los ojos. Me ponía realmente nerviosa cuando hacía eso, incluso culpable por sentir atracción hacia su sexy y perfecta magia vampírica.

-Vaya, eso te será de mucha utilidad.

-Desde luego. Y gracias a ello sé qué debo hacer lo que estoy a punto de hacer. –Habló, acercándose cada vez más a mí de forma lenta y peligrosa, hasta que sus labios se encontraron con los míos en un apasionado beso.

Sentía ganas de parar, pero también unas irresistibles ganas de continuar, y no sabía muy bien por qué ¿Me habría hipnotizo, o le deseaba tanto que ni yo lo sabía en realidad?

Me di cuenta de que le estaba siguiendo el rollo y traté de pararlo bruscamente, pero sólo paró cuando la puerta se cerró y Carlisle entró, quedándose de pie, observando la escena con resignación y tristeza.

Eric se retiró de mi lado como si no pasara nada, mirando al rubio sin la menor importancia. Carlisle por su parte se fue lo más rápido posible. Supuse que para no tener ningún pleito con el caprichoso de Eric. Sólo esperaba que no tuviéramos problemas por él.

-¡Carlisle, espera! -Grité, tratando sin éxito que se detuviera, para después mirar al alto vampiro con cara de pocos amigos, sintiendo un ligero rencor hacia él en aquel momento. –Estarás contento, ¿no?

-La verdad es que sí. –Añadió sonriendo ampliamente, de forma sexy.

-¡Oh por Dios! Vete de aquí, Eric. Eres insoportable.

-Está bien, me voy. Espero verte pronto.

Por fin hubo salido suspiré profundamente y llamé con mi móvil a Carlisle. No me lo cogió tras esperar, y saltó el contestador. Estupendo.


Al rato de haber llamado al rubio entró en el cuarto, suspirando. Antes de que dijera nada, le corté.

-Lo siento, Carlisle. No entiendo por qué me cuesta tanto frenarle.

-No es tu culpa, su atracción es muy grande, es muy mayor. Tiene un gran poder. Pero no puedo evitarlo, podría matarnos a ambos con solo mover un dedo. No sé qué hacer, Nadine.

-No te preocupes, te amo y no pienso ceder ante él.

El hombre suspiro tristemente, para después acercarse y que nuestros labios quedaran unidos en un tierno beso. Podía sentir su frustración, y me repateaba no saber qué hacer para que Eric me dejase en paz.

¡Gracias por leer, y gracias por tus votos, Lunaticalovegood12! 

Una nueva esperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora