Capítulo 25

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Capítulo 25

Ya entrada la noche me dirigí a nuestra increíble habitación, donde me puse un corto camisón blanco de seda que Alice me había comprado.

Aún no acababa de ponérmelo del todo cuando entró el rubio, quien al verme sonrió de forma divertida, acercándose más sin cambiar el increíble gesto de su cara.

-Qué bonito, nunca lo había visto.

-Me lo compró Alice, ya sabes... ¿Qué ocurre? –Dije con seriedad, sintiendo la curiosidad apresarme cada vez más, intentando deshacerme de ella observando el sereno rostro de Carlisle, quien se sentó en el borde de la cama, indicándome que lo imitara.

-Thomas contactó con Alice telepáticamente, y a partir de ahora, ya que ha conseguido hacerlo, se comunicará así con nosotros. Es lo más discreto

-Desconocía que él tuviera poderes. -Hablé a ceño fruncido, rememorando los momentos que compartí junto al hombre, imaginando que sabía en cada momento lo que sentía y pensaba de él, y todo lo relacionado a nosotros. Por eso le atraía tanto, supongo. –Pensé en unos segundos, para volver de nuevo a la conversación, y a los ojos de Carlisle.

-Nos ha confirmado que los Vulturi visitarán la casa pasado mañana, y realmente estamos desconcertados sólo al pensar cuál será la reacción de Aro al enterarse de que hemos huido.

-¿Y qué vamos a hacer? Quiero decir, no podemos huir eternamente; algún día nos encontrarán. –Un nudo en la garganta hizo que mi voz se apagara.

-Si ese día llega, me enfrentaré a Aro y Cayo. Haré lo que sea, pero no permitiré que te hagan ningún tipo de daño.

-¿Acaso no llegará nunca el día en que podamos vivir en paz? Carlisle, tú y tu familia no podréis contra ellos... Me siento como una total carga que pone en peligro vuestras existencias todos los días. –Dije con tristeza, levantándome nerviosa, tratando de alejarme de la cama. Él me lo impidió, agarrándome de la muñeca velozmente.

-Yo siento que eres lo único en 300 años que ha conseguido hacerme vivir de nuevo, y la única persona a la que he amado de esta forma tan increíble. No te sientas de ese modo, porque no tienes la culpa de estas situaciones. Eres lo mejor que me ha pasado y me pasará en toda la eternidad. –Finalizó mientras se levantaba y posicionaba frente a mí, muy cerca, acariciando mi rostro. –Si tengo que morir por salvarte, lo haré sin dudarlo.

Iba a replicar tras suspirar profundamente, pero antes de que pudiera hacerlo, Carlisle posó de forma suave sus dedos en mis labios. Nos contemplamos en silencio unos segundos hasta que, acto seguido, me besó con delicadeza.


Pasaron un par de días en los que no tuvimos ninguna noticia, y debido a eso y a los increíbles días que pasé junto al rubio, incluso olvidé el maldito tema. No obstante, la felicidad y sensación de descanso pronto empezó a descascarillarse, puesto que mi mente poco a poco inició un bucle de vueltas a un pequeño tema que me preocupaba bastante, más que cualquier otro que tuviera que ver con mi supervivencia. Mi relación con Carlisle.

Una de las calurosas tardes en las que estábamos Alice, Rosalie y yo sentadas junto a la piscina conversando tranquilamente, la pequeña mujer sintió como Thomas contactaba con ella con urgencia.

Rosalie se acercó a su hermana y se quedo junto a ella, ya que los contactos telepáticos con el moreno le hacían sufrir bastante, mientras me ordenaba con rapidez que buscara al rubio para contarle lo que fuera que la dijese.

Yo me levanté todo lo rápido que pude y comencé a correr por la casa en busca del hombre.

Subí las escaleras con rapidez mientras lo llamaba a gritos, cuando encontré al vampiro abrazando tiernamente a Esme en mitad de la gran estancia de la segunda planta. Mi voz disminuyó hasta que las últimas silabas de su nombre se ahogaron en mi garganta, sintiendo un pinchazo en el pecho al ver la escena.

Un ligero miedo recorrió mi mente, pero me deshice de él al pensar en Alice y los Vulturi, mientras ellos se separaban con rapidez, observándome plantada allí ¿Tan metidos estaban en su pensamientos que ni siquiera me habían oído llegar? No, no era momento de pensar en aquello.

-¿Interrumpo algo? –Pregunté con voz quebrada, saliendo de mi ensimismamiento, sin dejar de observar cada movimiento, cada facción de ambos.

-No, tranquila ¿Qué ocurre? –La voz serena del rubio me descolocó, pero aún así oculté mi sorpresa.

-Thomas está contactando con Alice, creo que deberías bajar.

-Claro, vayamos con ella. Esme. –Se despidió cortésmente, para después seguir escaleras abajo hacia el gran jardín.

Una vez llegamos a lugar, Alice ya se encontraba de regreso de su abstracción mental, y hablaba a ceño fruncido con la rubia sobre la horrorosa sensación que le producía las conexiones telepáticas.

En el lugar se encontraban todos los presentes menos Esme, quien aún estaba en la segunda planta. Mi cabeza volvió de nuevo a pensar sobre la escena pasada.

-¿Cómo te encuentras, Alice? ¿Qué te dijo Thomas? –Preguntó el patriarca mientras se acercaba a la joven, posicionándose a su lado, observándola atentamente.

-Estoy bien, Carlisle, gracias. La guardia visitó ayer nuestra casa bajo las órdenes de Cayo y Aro. Ya les han informado de que no había nadie allí, y sospechan bastante sobre que Nadine sea uno de los nuestros. Creen que hemos huido para protegerla, así que han emprendido una búsqueda por Europa del norte y Alaska. Thomas se pondrá en contacto en cuanto sepa más, y nos recomienda que volvamos dentro de unos días, por si acaso piensan regresar.

Todos los presentes se miraron levemente mientras pensaban lo delicado de la situación, reflejándolo en sus rígidas facciones. Estábamos contra las cuerdas, y todos nosotros éramos conscientes de ello.

Tarde o temprano se descubriría el pastel y comenzaría otra tétrica batalla que no podría soportar ninguno de los presentes en aquel bonito jardín, llena de dolor, desesperación y muerte.

Ni hablar, no consentiría que ningún Cullen muriera por mí cuando la situación tenía fácil solución. Ya era hora de hablar seriamente las cosas.

Pasada la interminable noche entre pensamientos y pesadillas, llegó el día siguiente, el cual transcurrió con total aburrida normalidad para todos, menos para mí.

Quería hablar con Carlisle sobre Esme, mi transformación, los Vulturi... demasiadas cosas para tan poco valor, ya que al fin y al cabo sentía un gran miedo recorrerme sólo al pensar todas las consecuencias que cada uno de esos inquietantes temas tendrían si algo saliera mal. Aún así, decidí olvidar mis miedos y hablar con él.

Una nueva esperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora