Capítulo 38

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Capítulo 38

Al día siguiente, nada más levantarme, nos fuimos al aeropuerto tras despedirnos vagamente de Aro y Eric.

El viaje se hacía eterno como de costumbre, pero esta vez, algo cambió la rutina cuando comencé a sentirme mal de nuevo. En esta ocasión, un nuevo síntoma se manifestó, asustándome enormemente al ver que me invadía una tos violenta, mientras un fuerte dolor en el pecho me dejaba sin el aire suficiente.

-¿Estás bien, Nadine? Pediré un poco de agua. -Dijo el vampiro, levantándose rápidamente de su asiento.

A la vuelta trajo consigo un pequeño vaso de plástico que me dio con rapidez. Yo me lo acerqué a la boca para beber, cuando tuve que escupirla de vuelta al recipiente, pero esta vez el líquido se había tornado de color rojo.

Miré al hombre con terror, a pesar de que la tos comenzaba a remitir.

-¿Qué me está pasando?

-Lo averiguaremos, cariño ¿Te duele algo? ¿Sientes presión en el pecho, dolor?

-Sólo estoy algo mareada, se me pasará enseguida. Me cuesta un poco respirar.

Empecé a notar como el aire me faltaba cada vez más, y mi corazón se aceleraba. Escuchaba como Carlisle empezaba a nombrarme, pero era incapaz de contestarle sin asfixiarme.

El rubio tocó mi cuello y gritó ayuda a una de las azafatas. No atendí a lo que le dijo, pero lo comprendí todo cuando al poco rato cayó la mascarilla de oxígeno de mi panel que el rubio me colocó con rapidez, pero aún así, la cosa empeoraba y quedé inconsciente.


Al despertar me encontraba dentro de una ambulancia con Carlisle a mi lado. El rubio me preguntó por mi estado, y me contó lo que había sucedido. Había sufrido un ataque cardíaco.

Al llegar al hospital me metieron en una sala de curas para conectarme al oxígeno. Estaba sola hasta que Carlisle entró junto con otro médico amigo suyo, al cual sólo había visto una vez, en nuestra boda.

-Hola, Nadine ¿Cómo te encuentras?

-Mejor. Gracias, Alfred. –Dije tras quitarme la mascarilla.

-Carlisle me ha contado todo lo ocurrido en la última semana, y me temo que va a tener que ver con el corazón.

-Claro, si no no estarías aquí ¿Sabes lo que tengo?

-Creo que puede ser un problema de válvulas, o incluso relacionado con el pulmón... voy a hacerte unas pruebas para ver dónde está el problema. Te voy a auscultar primero –dijo mientras se colocaba el estetoscopio, hablando tras unos instantes–. No suena normal, vamos a hacerte una resonancia magnética y una angiografía coronaria, con esas dos pruebas veremos el corazón y las válvulas. Tendrás que quedarte aquí hasta mañana por la angiografía, pero no te asustes, es normal. Haré que te traigan la autorización.

El hombre sonrió y salió de la sala, no sin antes darle una palmada en la espalda a Carlisle. El rubio le sonrió levemente, para después de su salida, acercarse a mí.

-Es muy buen cardiólogo. Te vas a poner bien.

-Esto es horrible; siempre tiene que suceder algo.

-Lo sé. Lo siento, cariño.

Hice una mueca al observar el rostro entristecido de mi marido, para acto seguido, indicarle que se acercara a mí, y así poder abrazarlo.

-Te quiero, Carlisle. Gracias por todo lo que haces por mí.

-No tienes que dármelas. Eres mi vida. Te amo, Nadine.

Sonrió con ternura para después besarme con lentitud y muchísimo cariño. Mientras él me quedara, lo demás sólo serían pequeños obstáculos, aquella era la única certeza que tenía.

Una nueva esperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora