Capítulo 24

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Al llegar a la parada, nos sentamos para esperar el bus. Un bus que no era el nuestro pasó frente a nosotros, trayendo hacia mí el olor de John, ese olor que extrañamente siempre me trasmitía tranquilidad.

Cerré los ojos, centrándome en él.

Minutos después abrí los ojos y John me observaba. En cuanto nuestros ojos se cruzaron, me sonrió y lo hice también, bajando la mirada.

Mis ojos se posaron en mi mano,  con la que estaba tomando su casaca. Parpadeé un par de veces, ni siquiera había notado que cuando moví la mano.

La bajé lentamente, no sin antes darle unos toques por la arruga que había dejado al apretar su manga.

- ... Perdón.

- ¿Por qué?

Volví a verlo, cruzando nuestras miradas.

- Um, no lo sé.

Alzó ligeramente las cejas y luego soltó un risilla, acariciando mi cabello.

Bajó la mano y giró nuevamente para esperar al bus.

No sabía por qué había hecho eso, estaba algo distraído desde que sentí sus feromonas, porque me gustaban.

Me quedé quieto. ¿Acababa de pensar que me gustaban sus feromonas? Me sonrojé ante mi propio pensamiento, saliendo al fin de mi especie de trance.

Permanecimos unos minutos en silencio hasta que finalmente el bus llegó. Cuando subimos, me senté al lado de la ventana con la mirada gacha, mientras John comenzaba a hablar sobre temas irrelevantes, como siempre.

- Por cierto, – Dijo de pronto, probablemente al quedarse sin temas. – Sobre lo de antes, preguntaste con quién coqueteaba, ¿cierto?

Lo observé fijamente. Asentí con lentitud, inseguro de querer saberlo.

Sonrió ruborizándose ligeramente, llevando una mano hacia mi mejilla y dándole pequeñas caricias con los dedos.

- ¿Tú qué crees?

Lo miré fijamente por un buen rato, luego ladeando la cabeza mirando hacia un lado, pensando. De pronto, oí que comenzó a reír y volví mi vista a él.

- En verdad eres cruel, Alex. – Sostenía su sonrisa, y su vista comenzó a pasearse por mi rostro, haciendo que me pusiera algo nervioso.

- ... No soy cruel. – Respondí, aun confundido.

Se acercó de pronto, quedando a centímetros de mi.

- Lo eres. – Pasó una mano hacia mi nuca, halándome hacia él para darme un pequeño beso en la frente. – Porque nunca entiendes nada.

Se separó con las orejas rojas y alcé una ceja, pero no respondí. Me acomodé en mi asiento, comenzando a cuestionarme si en verdad lo era.

Podía ser bastante sincero a veces y eso podía molestar a mucha gente, pero no tanto como para llegar a ser alguien cruel.

- Alex. – Me llamó de pronto, a lo que giré a verlo nuevamente. – Perdón, no eres cruel, solo lento. - Tenía una sonrisa divertida.

¿Acababa de decirme lento?

Abrí la boca, indignado, y comencé a reclamarle, mientras él reía.

Al llegar a la parada, recordé de pronto que había decidido contarle todo y comencé a pensar en cómo y dónde. Un parque a una media cuadra de donde estábamos vino a mi mente.

- ¿Podemos hablar en otro sitio? – Pregunté, fijando mi mirada en la suya.

En cuanto vi un atisbo de asentimiento, tomé su brazo y lo guié hacia el parque.

Predestinados (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora