Capítulo 66

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Alcé el teléfono, notando que era un mensaje de John, por lo que solo suspiré, dándole la vuelta al teléfono sobre la mesa.

- Por Dios, ¿aun sigues sin hablarle? ¿Cuántos días van?

Le di un vistazo a Dalia, quien bebía tranquilamente un café orgánico de quién sabe dónde.

- Bueno, cuando deje de insistir con lo de mi familia, entonces lo haré.

- ¿Y cómo lo sabrás si ni siquiera lees sus mensajes?

Le lancé una mirada de odio, llevando mi vista hacia el teléfono.

Había aceptado ir a hablar con ellos, pero solo abrieron para que un auto saliera, luego diciéndome que no podían atenderme, y por más que le dije a John que no planeaba volver a quedar como tonto, seguía insistiendo, así que ahora estaba enojado con él y no habíamos hablado por varios días.

Lo extrañaba demasiado, pero cada vez que hablábamos desde aquel día sacaba ese tema, así que por ahora prefería no hablar con él.

- Solo se preocupa por ti. Respóndele, ¿quieres?

Mantuve mi vista en el teléfono, pero no planeaba hacerlo.

- ... No lo creo.

Suspiré, sintiendo que un brazo pasaba sobre mis hombros.

Giré ligeramente, y tuve que apartarme para no chocar con la cabeza de David.

- Sapito tiene razón. Está bien que se preocupe, pero es molesto que insista cuando sabe que el niño no quiere. Es su novio, no su hijo.

- Gracias. — Aparté la mano con la que estaba hundiendo su dedo una y otra vez en mi mejilla. — ¿Quieres dejar eso?

Me sonrió, colocando ambas manos en mis hombros, parándose tras de mi.

- Pero la enana tampoco está mal. Solo se preocupa. Deberían hablar seriamente y hacerle entender tus motivos.

Hice una mueca, pero no sería tan fácil.

Había estado pensando que tal vez John solo quería que lo hiciera porque él no podía hacerlo con sus padres. No quería hablar con él porque seguramente terminaría diciéndole algo sobre ello, y no quería lastimarlo.

Pero tenían razón, no podía solo ignorarlo, ni tampoco quería.

- Vaya, ¿alguien ha madurado?

- No te sorprendas, siempre fui así de increíble. Y como ya lo superé, todo genial.

Revolvió mi cabello, por lo que solo llevé una mano hacia ahí para acomodarlo de nuevo.

- ¿Recién? — Molestó Dalia, por lo que David soltó mis hombros, acercándose a ella e intentando apretar sus mejillas, pero ella lo tomó de las muñecas, comenzando a forcejear.

Apoyé una mano en la mesa, viendo hacia ellos.

- Harían buena pareja si a ti no te interesaran solo los chicos. — Hablé, dándole unos toques en la cintura a David.

Ambos se detuvieron, viendo hacia mi.

- ¿Con este elfo?

- ¡Idiota!

No pude evitar reír mientras ellos continuaban con su forcejeo.

- Para tu información... — Comenzó Dalia, haciendo fuerza. — Les resulto... Bastante tierna... A los chicos... ¡Auch! ¡Suelta!

- Ni siquiera te estoy tocando, tú eres la que me empuja, debilucha. Y Steve no es todos los chicos.

- David. — Lo llamé, al ver que alguien había entrado a la tienda. — Oye.

Predestinados (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora