Epílogo

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Mi teléfono sonó, por lo que me levanté despacio de la cama para que John no despertara, tomándolo y saliendo de la habitación.

- Hey. — Dije a modo de saludo ya afuera, dirigiéndome a la cocina.

- Sapito. — Canturreó David del otro lado, lo que me sacó una sonrisa. — ¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes?

- Todo está bien. No náuseas, no dolores, nada raro. — Aclaré.

Aun le quedaban unos años para terminar la carrera, pero estuvo metiéndose a las clases de Obstetricia y ahora se creía todo un experto en el tema.

- Ya falta poco, así que cuida lo que comes, ¿bien?

- Claro. — Respondí distraído, colocándome los audífonos para poder prepararme un sándwich. Me empiné para sacar el pequeño frasco con manjar, ya pudiendo saborearlo.

Saqué un poco y lo puse sobre el pan, luego tomando otra cucharada y meterla en mi boca.

- ... ¿Qué comes?

- ¿Qué te importa? — Respondí con la cuchara en la boca, frunciendo el ceño al no dejarme saborear mi comida.

Lo oí reír de pronto, conmigo solo rodando los ojos, lamiendo mi cuchara.

- Perdone a este ser chismoso, señora. — Bromeó. — Ya me acostumbré a que me ignores, no sé por qué te sigo dando mis sabios consejos.

Terminé de untar el manjar en el pan, cerrándolo y tomando otro para hacer lo mismo.

- Gracias, señor estudiante de medicina que se mete a las clases de otros. — Respondí aun con la cuchara en la boca, luego sacándola para dejarla en el lavadero y seguir con lo mío.

Se quedó en silencio unos segundos, y aunque sabía que seguramente aguantaba la risa, sentí que estaba siendo algo grosero con él.

Carraspeé, terminando de preparar el segundo sándwich y dejándolo sobre el otro.

- ... Lo siento. — Farfullé.

Suspiró al otro lado de la línea.

- Está bien, tus hormonas deben estar matándote. — Rió ligeramente, lo que me enojó. — Perdón, perdón. ¿Ya tienes ganas de hablar con John o sigues echándolo?

Bajé la mirada hacia el plato con los dos sándwiches, dando golpecitos a la encimera con el dedo.

Lo había estado echando de la casa cada día por más de una semana porque de pronto me estresaba tenerlo aquí, pero en cuanto salía, lanzaba toda su ropa a la cama y me acurrucaba en ella, siempre tomando el tiempo para que cuando volviera no notara eso, aunque justo el otro día solo estaba demasiado cansado, y cuando desperté, John ya había llegado.

Al final solo comencé a guardar todo sin poder parar de llorar por haber sido descubierto, John intentando calmarme.

Desde ahí solo había estado evitándolo y él me daba mi espacio, aunque seguía bastante pendiente de mi, como si fuera alguna clase de inválido. Tal vez por eso me había estresado en primer lugar.

Hice un puchero, oyendo de pronto una puerta abriéndose, por lo que giré, encontrándome con un John adormilado.

Tragué, volviendo a ver hacia mi platillo.

- ... Hablamos luego. Comeré mejor, de verdad. — Dije, aunque probablemente no lo cumpliría, pero lo intentaría.

En cuanto David se despidió colgué, quedándome unos segundos viendo hacia el plato, luego tomándolo y girando.

Predestinados (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora