- ¿Por qué sigues aquí?Le di una mirada de odio a Rodrigo, mientras Manu, como siempre, reía.
- Yo soy el rey aquí, y gemiditos puede quedarse hasta cuando le dé la gana. – Respondió Mateo, entrando a la cocina.
Era la primera vez que despertaba a esta hora, así que todos lo miramos sorprendidos.
David pasó por su lado y le dio un lapo, seguramente por el apodo, luego sentándose a mi lado con su plato.
- Me iré el domingo, para tener tiempo de empacar todo. ¿Está bien? – Me dirigí a Mateo, aunque desde que se sentó parecía estar más dormido que despierto.
- Sí, sí. – Murmuró con los ojos cerrados.
Desayunamos rápidamente con Mateo cabeceando y Rodrigo yéndose antes, como cada día, mientras Manu se quedó sentado con Mateo, viéndolo divertido y probablemente pensando en cómo molestarlo.
Salimos y al llegar al café, John nos abrió la puerta.
Ayer le había dicho que seríamos amigos y ni siquiera había esperado su respuesta, así que le di un vistazo largo, con él solo sonriéndome.
Comenzaron a limpiar todo y decidí ayudar al menos con el mostrador. John tomó su teléfono de pronto, yendo hacia los casilleros y luego regresando con nosotros.
- Dalia al parecer está enferma, así que... ¿Cómo quieren dividir los turnos hoy? – Se dirigió a ambos.
- No lo sé, tú eres el que manda, tú dinos. – Soltó David, volviendo a limpiar.
David siempre hablaba de mala gana, pero no estaba seguro si John lo tomaría de la misma forma.
Aunque era John, y como algo propio de él, sonrió y negó con la cabeza.
- Bueno, entonces compartiré el tiempo con ustedes. David. – Lo llamó, por lo que le dio un vistazo. – ¿Puedes atender conmigo en la tarde?
Abrí la boca para quejarme, porque ese era mi horario, pero David acepto de inmediato, así que no pude reclamar nada.
Decidí solo escribirle a Dalia para preguntarle si estaba bien, encontrándome con que me había escrito, probablemente mientras estaba limpiando.
Respondí y cuando terminé de asegurarme que estaba bien, lo guardé para terminar de limpiar.
Cuando ya estábamos listos, John fue a cambiar el letrero, luego colocándose tras el mostrador conmigo.
Tragué y solo me quedé quieto tras la máquina registradora, tal vez demasiado rígido.
Me sentí tonto, así que tomé aire un par de veces para calmarme y comenzar con la atención en cuanto entró el primer cliente del día.
Conforme pasaban las horas me tranquilicé, sintiendo de vez en cuando esas feromonas que aún me calmaban de alguna forma, lo que me ponía nervioso en cuanto lo notaba.
Aún así, se sentía bien volver a trabajar con él de esta forma. Incluso alejaba con sus feromonas a los alfas idiotas que entraban, aún sabiendo que podía apartarlos con las mías.
Siempre había sido así de protector, desde el inicio, incluso cuando ni siquiera nos conocíamos bien.
Le daba una pequeña sonrisa cada vez que lo hacía, aunque solo algunas cruzábamos miradas y me devolvía la sonrisa.
David permaneció sentado en el que normalmente era mi mesa, encontrándolo siempre con la mirada en su teléfono.
Cobré un pedido y me di la vuelta para ayudar a prepararlo, girando luego al sentir que John se había acercado.
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Predestinados (Omegaverse)
Novela JuvenilLos predestinados son solo un cuento de hadas, pero cuando su pareja alfa se encuentra con su omega predestinada y le regala la marca que él tanto había anhelado por años, Alex lentamente comienza a odiar a los alfas y al destino. ¿Será que este ome...