Comenzaron a implementar pequeños detalles poco a poco, como el diseño de los vasos, la presentación cuando compraban dos o más bebidas, además de unos cuantos nuevos sabores que no estaban nada mal.Al inicio me era muy incómodo estar cerca a John por lo que había sucedido aquella noche, y aunque no lo demostrara, sabía que era igual para él. Aun así no volvimos a hablar del tema, y poco a poco dejé de darle importancia.
Había estado haciéndome quedar unas horas más de vez en cuando al final de cada jornada para probar sus inventos, y de paso siempre intentaba sacarme algo de conversación.
- Sabe horrible. – Sentencié un día. Había sido la tercera vez que me daba uno de sus inventos. – Este es el peor de todos, definitivamente.
- ¿Qué? No es cierto, ¡yo lo probé!
- Pues tus papilas gustativas no funcionan.
John rió.
- Tan malo como siempre. - Tomó mi vaso y le dio un sorbo, haciendo una mueca en cuanto tragó. - Oye, te juro que esto ayer sabía bien.
- Ya.
Al final solo me puse de pie y fui a tirarlo, mientras John hacía un mohín desde su asiento para que no lo hiciera, sin éxito.
Así fueron mucha otras veces, con algunos que sabían bien y otros que no tanto.
Además de eso, John quería preguntarme cosas todo el tiempo, pero al ver que no respondía a ninguna de sus preguntas, dejó de intentarlo.
A cambio, comenzó a contarme sobre su estadía en Corea. Sobre la gente, sus costumbres, las estaciones, la comida, y todo lo relacionado a Seúl, que era donde había estudiado.
Siempre contaba todo con tal detalle que sentía como si hubiera estado allá.
- Eres bueno explicando. – Le había dicho.
- Me lo dicen seguido. Seguro seré de esos padres que narran estupendamente las historias a sus hijos. – Había respondido, orgulloso de si mismo.
- Supongo que sí. – Me había limitado a responder.
Poco a poco había comenzado a acostumbrarme a su presencia también, al igual que a la de sus padres, aunque pasaba más tiempo con él. Su atmósfera era siempre alegre y tranquila a la vez. Solía soltar levemente sus feromonas cuando se alegraba, y cambiaban también cuando se ponía nostálgico al contar sobre su vida allá.
Era extraño.
Era un alfa también, pero no me molestaba más estar cerca de él. Al inicio lo era, pero ahora no tenía problema alguno.
De vez en cuando le daba un vistazo con curiosidad, pero en cuanto él lo notaba, volteaba y me sonreía, haciendo que girara la cabeza de inmediato, algo incómodo.
También solía atender a los alfas cuando intentaban coquetear conmigo, lo cual agradecía. Así no golpearía a nadie más.
Han pasado ya tres meses desde mi última conversación con Matt, y poco a poco había dejado de sentirme tan vacío. Mis momentos de quedarme en blanco y perdido mirando a la nada habían disminuido en comparación a cuando recién había llegado.
En cierto modo también era porque últimamente había incrementado el número de personas que venían al local, por lo que todo era mucho más ajetreado, ayudándome a pensar menos y hacer más.
Las personas comenzaban a salir del trabajo a esta hora y era cuando incluso se formaba una pequeña fila.
Había aprendido a ser mucho más rápido, por lo que cuando terminaba de recibir órdenes, ayudaba en la preparación de las bebidas que ya sabía.
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Predestinados (Omegaverse)
Novela JuvenilLos predestinados son solo un cuento de hadas, pero cuando su pareja alfa se encuentra con su omega predestinada y le regala la marca que él tanto había anhelado por años, Alex lentamente comienza a odiar a los alfas y al destino. ¿Será que este ome...