Pude ver cómo se tensaba. Su mirada me daba a entender que tenía en mente algo diferente.- No... eso. – Me apresuré a decir. – Solo quedarte a mi lado. No quiero pensar, y estar... con alguien me ayuda a no hacerlo.
Noté cómo se relajó de inmediato.
No quería ser una molestia, y sabía que tal vez no teníamos tanta confianza para eso, pero justo ahora solo pensaba en que no quería estar solo.
Bajé la cabeza, esperando su respuesta.
- Claro, me quedaré.
Alcé la vista hacia él y me miraba con una dulce sonrisa.
Le devolví la sonrisa en agradecimiento.
Segundos después, se reincorporó y sacó el teléfono de su bolsillo. Cuando se encendió la pantalla, vi la hora.
Eran las once y media de la noche.
- ¡Qué tarde! – Dije casi gritando, haciendo que John diera un brinco, girando hacia mí.
- ¿Puedes no hacer eso?
- Ah. – Reí levemente por su reacción. – Lo siento.
No tenía idea que era de los que se asustaban por cosas repentinas, no lo parecía en absoluto. Sonrió y volvió su mirada al teléfono, entrando a mensajes.
Aparté la vista y me puse de pie.
- Tomaré una ducha. – No era necesario que se lo dijera, pero quise hacerlo de todas formas.
Me miró un segundo y pude ver un atisbo de sonrojo. Lo que fuese que pensaba no pasaría, no de nuevo.
- Ah, bien. – Respondió al final, volviendo su vista al teléfono y escribiendo un mensaje.
Tomé todas las cosas para mi ducha y me dirigí al baño. Cuando salí, John seguía viendo su teléfono, solo que ahora estaba de pie al otro lado de la cama, donde había dormido la última vez.
- ¿Qué haces ahí? – Pregunté, secándome el cabello con la toalla.
Alzó la cabeza dándome un vistazo. Volteó la vista hacia la cama y me miró de nuevo.
- Creí que querrías guardarlo primero. – Dijo señalando con el teléfono.
Seguí con la mirada hacia donde estaba apuntando y vi la casaca de Matt. Ayer él la había tomado y guardado, pero hoy esperó a que lo hiciera yo mismo.
Me apresuré en llegar a la cama y la tomé, observándola un segundo.
Luego giré hacia John, quien había dado unos pasos hacia donde estuve hace un momento, recogiendo la toalla que se me había caído y ni siquiera lo había notado.
Volví la vista a la casaca de Matt y la apreté. Respiré hondo para llenarme un poco de su leve olor, doblándola luego. Me puse de cuclillas y abrí el cajón inferior de la mesita de noche para guardarla.
Me senté en la cama mientras dejaba salir el aire que había estado reteniendo, y luego bostecé. Había bostezado ya varias veces en el baño, y sentarme en la suave cama no ayudaba mucho.
Sentí la toalla en mi cabeza de pronto. Alce la vista y ahí estaba John, sonriéndome. Comenzó a frotar la toalla en mi cabeza y solté un quejido.
- Ya, para. – Llevé mis manos hacia las suyas, para intentar detenerlo.
- Te enfermarás, sécalo bien. – Sentenció.
- ¿Realmente tienes veintitrés? En verdad pareces un abuelo, o más bien un papá. – Me quejé.
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Predestinados (Omegaverse)
Novela JuvenilLos predestinados son solo un cuento de hadas, pero cuando su pareja alfa se encuentra con su omega predestinada y le regala la marca que él tanto había anhelado por años, Alex lentamente comienza a odiar a los alfas y al destino. ¿Será que este ome...