Desperté muy temprano en la mañana, algo adormecido por lo que había pasado. Mi espalda baja me daba hincones, tal como la vez anterior.Tenía que aceptar que la química sexual que teníamos era en verdad buena.
Sentí el peso del brazo de John encima de mí, además de su respiración lenta en mi cabello, lo que hizo que me sonrojara ligeramente. Mi mirada se dirigió al suelo donde, además de toda nuestra ropa, estaba la casaca de Matt.
La observé por un minuto.
La primera vez no había podido soltarla ni un solo segundo porque eran las feromonas de Matt las que hacían salir las mías.
Y ahora yacía en el suelo, abandonada.
Sentí un impulso de ir a recogerla. En cuanto intenté moverme, oí un quejido por parte de John que me haló levemente con su brazo, pegándome un poco más a él y causando nuevamente mi sonrojo.
John había aceptado ser utilizado de nuevo, y eso me hacía sentir mal conmigo mismo por convencerlo de hacer algo así. Aún así, anoche se había sentido completamente diferente a la vez anterior.
El beso que nos dimos al final había sido largo, pero suave. Quise acercarme nuevamente para llevarlo más lejos, pero John solo se detuvo. Había acariciado mi cabello, pasando sus dedos en él mientras me daba otro beso más en la frente, para luego separarse.
Llevé una mano hacia la de él que reposaba sobre parte de mi brazo, pero me detuve antes de tocarla.
¿Qué era lo que estaba haciendo? ¿Por qué lo había vuelto a besar? ¿Y por qué, justo ahora, había elegido la comodidad de John por sobre lo único que me quedaba de Matt, mi preciado alfa?
Regresé mi mano a donde estaba y apreté los ojos, intentando poner excusas para todas las preguntas que comenzaban a aparecer en mi mente, hasta que volví a caer dormido por la calidez que el cuerpo de John emanaba.
Desperté varias horas después.
En cuanto abrí los ojos y noté la luz del día, mi mano fue directo a mi teléfono, sin importarme que el brazo de John cayera de bruces en la cama, girando hacia él sin pensarlo.
Soltó un quejido y haló su brazo hacia el pecho, quedando boca abajo.
Sonreí ante eso, agradeciendo que no se hubiera despertado, y luego volví la vista a mi teléfono. Di clic en el botón de arriba, pero la pantalla no se encendió. Comencé a cliquear varias veces, pero nada.
Apagado.
Me reincorporé y sentí aun más claro el dolor en la espalda baja. Hice una mueca, pero de todas formas me levanté de la cama y di toda la vuelta hacia la mesita de noche del lado de John para tomar mi cargador.
Abrí el cajón haciéndolo rechinar, provocando que John gimoteara y comenzara a frotarse un ojo.
- ¿Qué pasa? – Dijo adormilado, con la voz ronca.
Le di un vistazo algo nervioso, pero era obvio que en algún momento tenía que despertar. Y justo ahora se veía como un niño recién levantado, lo que me hizo sonreír de nuevo, quitándome los nervios.
Como si recién recordara lo que había pasado, giró pegando su rostro a la almohada con las orejas rojas, seguramente sonrojado.
- Um, buenos días, cargo mi teléfono para ver la hora. – Respondí mientras le daba la espalda y me inclinaba para conectarlo al enchufe.
Cuando lo hice, giré hacia él y John había volteado a verme. Abrió los ojos, desviando la mirada aun más sonrojado.
Me levanté e incliné la cabeza.
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Predestinados (Omegaverse)
Novela JuvenilLos predestinados son solo un cuento de hadas, pero cuando su pareja alfa se encuentra con su omega predestinada y le regala la marca que él tanto había anhelado por años, Alex lentamente comienza a odiar a los alfas y al destino. ¿Será que este ome...