Capítulo 40

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- No, aquí tienes que fraccionar esta parte primero. – Recalcó Dalia, a lo que asentí mientras corregía lo que había hecho, luego dejándolo y estirándome.

Había sido una mala idea repasar todo esto sobre la cama, porque ahora me dolía la espalda.

- Deja de distraerte, ¿quieres? Que tu examen es en menos de un mes. Un.mes. – Enfatizó, dándome golpecitos en la frente mientras decía lo último.

Había encontrado una universidad donde no gastaría mucho, porque aunque había elegido una pública todos me convencieron que no lo hiciera, ya que era demasiado difícil y solo tenía un par de meses para prepararme.

David incluso se burló de mi e hizo que resolviera un ejercicio que encontró en su teléfono, el cual terminé como tres horas después y fui a mostrárselo bastante orgulloso.

- No tengo idea, es muy complicado. – Había respondido. – Pero de todas formas resolviste uno como en cinco horas, y el examen dura tres, con unas cien preguntas. Así que reprobarás, una lástima. – Se burló, haciendo que mi emoción se esfumara y frunciera el ceño, lanzándole un patada luego de recordar que mis feromonas no le afectaban.

Así que al final decidí irme por una privada que era bastante buena pero con las mensualidades más bajas que el resto de su nivel.

Dalia había sido bastante amable al traerme algunos libros de texto y otros de ejercicios, así que había estado con ellos, e incluso David me había dado algunos también.

Ahora mi amiga venía luego del café para ayudarme a estudiar, e incluso había venido hoy, que era domingo.

En verdad le debía mucho, porque no se había rendido para nada conmigo, considerando el desastre de persona que era.

- Por cierto, – Comenzó, pasando unas hojas de uno de los libros de ejercicios, jugueteando. – Sé que antes no querías que habláramos de John, pero ya pasaron unos meses desde que se fue y, bueno... – Me dio un vistazo. – ¿No quieres hablar de ello?

La observé unos segundos, luego apartando la mirada y negando con la cabeza regresando a uno de los ejercicios, oyéndola suspirar segundos después.

- Vamos, sé que puedes estar muy seguro de las cosas ahora, pero nunca es malo tener otra opinión, ¿no? Solo quiero ayudar en lo que pueda a mi confundido amigo.

Hice una mueca, dejando de intentar resolver y dándole un vistazo.

Tal vez tenía razón, aunque no era como si estuviera buscando un consejo o algo por el estilo, pero quizá si le contaba todo, sería como un pequeño avance para dejarlo atrás.

Suspiré, dejando el lápiz en la cama y reincorporándome para comenzar. Al notarlo, Dalia hizo lo mismo, ambos dando un respingo cuando oímos el timbre.

Hicimos la misma mirada de confusión, porque nunca venía nadie además de ella.

- Yo voy. – Se ofreció, poniéndose de pie y yendo hacia la entrada. – ¿Qué haces aquí? – Oí que preguntó en tono irritado.

- ¿No puedo venir? – La voz parecía ser de David.

Dalia comenzó a reclamarle que debería irse porque nadie lo quería, luego callándose de golpe.

- ... No los puedo invitar a pasar porque no es mi casa. – Sonó un fuerte pisotón y luego un quejido. – Un segundo, ya vuelvo.

Oí la puerta cerrarse y Dalia apareció en la entrada de la habitación, solo mostrando su cabeza.

- Um, David y Steve están aquí.

Ladeé la cabeza. Esa combinación no la había visto antes, no hasta ahora.

Predestinados (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora