Cuando desperté, lo primero que vi fue el teléfono a un lado, por lo que suspiré.Lo último que quería era malograrle el día a mi novio, pero era lo primero que había hecho, y seguramente se había pasado el día preocupado, todo porque no pude controlarme y lloré como un completo tonto.
Me senté y estiré los brazos para desperezarme.
No sentía que mis ojos estuvieran hinchados, aunque no había llorado tanto como para que estuvieran así.
Solo me quedé sentado un rato, intentando averiguar si mis lágrimas habían sido de dolor, cólera, o solo porque todo eso había sido demasiado y mi cuerpo quería desfogarse un poco.
Tal vez era una combinación de todo, pero me enojaba haberlo hecho, porque no merecían ni siquiera eso.
Resoplé, tomando el teléfono para dejarlo en la mesita de noche y ponerme de pie, oyendo una voz algo apagada.
Me quedé quieto, girando hacia la ventana y luego viendo hacia la puerta, volviendo a oír el sonido un poco más claro, por lo que volví la vista al teléfono, algo sorprendido.
Lo observé un segundo, luego dándole click, apareciendo la llamada de John.
- ¿Qué...? — Murmuré, llevándolo hacia mi oreja. — ¿Hola?
- Ah, sí habías despertado. — Dijo John del otro lado, sonando algo animado. — Buenos días, ¿te sientes mejor?
Volví a apartar el teléfono para verlo, notando que la duración de la llamada tenía más de nueve horas y corriendo.
- ¿Amor?
Volví a pegarlo a mi oído, primero haciendo una especie de puchero, luego apareciendo una sonrisa en su lugar, soltando una pequeña risa.
- Buenos... Buenas noches. — Respondí. — ¿No tenías clases? ¿Cómo...?
- Audífonos. — Casi canturreó, por lo que mi sonrisa creció. — Los tuve todo el tiempo, quería asegurarme que despertaras bien. ¿Te sientes mejor? — Repitió su pregunta.
Volví a recostarme en la cama, o más bien lanzarme sin dejar de sonreír, moviendo los pies a un lado de ella.
- Estoy bien, perfectamente. Justo ahora, creo que soy la persona más feliz que puede haber.
Lo oí reír, por lo que mi corazón di un pequeño vuelco.
- Bueno, eso es todo lo que importa. Me alegra oír eso. — Suspiró. — ¿Estás bien de verdad?
- Lo estoy, luego te contaré lo que pasó. Por cierto... — Dije, queriendo no desviarme de lo que quería decirle. — ¿Sí sabes que eres increíble?
Me di la vuelta, apoyando los codos en la cama.
- ¿Yo? — Preguntó entre extrañado y divertido.
- Sip. — Respondí, asintiendo a la vez. — Tú, mi novio, mi alfa, por quien quise, quiero, y siempre querré reescribir mis estrellas.
Se quedó en silencio unos segundos, por lo que sabía que sonreía, y seguramente estaba sonrojado también.
- Alex... — Casi murmuró mi nombre, sintiendo que se me erizaba la piel, luego murmurando algo más que no entendí.
Hice un pequeño puchero, porque estaba siendo cursi aquí y mi novio no me seguía el juego.
- Oye, no me dejes solo en esto. — Me quejé, oyéndolo reír.
- Perdón. — Se disculpó. — No creo poder superar eso. — Dijo riendo ligeramente. — Gracias por haberte enamorado de mi y elegirme. Reescribamos nuestras estrellas juntos, mi amor, cada día.
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Predestinados (Omegaverse)
Ficção AdolescenteLos predestinados son solo un cuento de hadas, pero cuando su pareja alfa se encuentra con su omega predestinada y le regala la marca que él tanto había anhelado por años, Alex lentamente comienza a odiar a los alfas y al destino. ¿Será que este ome...