Al día siguiente en cuanto llegué al café, el hijo del dueño ya estaba ahí.- ¡Bienvenido! – Dijo, alegremente.
- ... Hola. – Respondí mientras entraba y me dirigía a la gaveta con los instrumentos de limpieza.
Justo cuando iba a abrirla, se puso delante de mí.
- ¡Bien-ve-ni-do! – Repitió en voz alta, aún con una sonrisa.
Me detuve por un segundo hasta que lo entendí.
Al parecer quería seguir lo de ayer, pero esta vez conmigo como cliente.
Suspiré y caminé hasta frente al mostrador.
- Buenos días. Un latte.
- ¡Enseguida! – Respondió. Hizo su cobro invisible y se quedó ahí, de pie.
Alcé una ceja.
- No deberías ir a pre...
- Shh. – Me calló. – ¿Su nombre, por favor? – Preguntó.
Eso me sonaba a una reconocida cafetería, pero hice caso omiso.
- Alex. – Respondí.
- Alex. – Repitió. – Bien, tome asiento por favor. – Agregó.
Ladeé la cabeza, pero lo hice de todas formas.
Me senté y esperé.
- Señor Alex, ¡su pedido está listo!
Me levanté de mala gana y fui hacia el mostrador. Hizo ademán de recibir la bebida tras él y luego me la entregó. Entendí claramente lo que haría desde ahora.
- Gracias. – Le dije. Me quedé de pie, esperando a que dijera corte o algo, pero solo me observaba.
Rodé los ojos y me dirigí hacia la salida. Me detuve en la puerta y giré a verlo.
- Que tenga buen día. – Se despidió.
Volví a rodar los ojos mientras giraba hacia la puerta de nuevo. Claramente quería que saliera del local para terminar con el acto.
Abrí la puerta y salí al aire frío, lo que me hizo temblar un poco. Inhalé suavemente para tomar un poco del aire helado de la mañana y volví a entrar.
El hijo de los dueños seguía esperándome con una sonrisa.
- ¿Hace frío, sabes? – Le dije mientras frotaba mis brazos.
- Ah, lo siento. – Esperó un segundo y siguió. – ¿Entendiste cómo debes hacerlo desde ahora? – Preguntó.
- Sí, ¿Contratarán a alguien más? – Pregunté, al recordar que en lugar de voltearse a preparar la bebida solo se había quedado esperando, y luego solo recibió la bebida de alguien más.
- No, yo lo haré. – Dijo.
Lo miré extrañado.
- ¿No estudiabas fuera?
- Lo hacía, ya terminé. – Dijo sonriendo. – Trabajaré aquí desde ahora. Siento la molestia, sunbae. – Dijo de pronto.
Esa última palabra me hizo alzar una ceja.
- ¿Estudiabas en Corea?
- Sí. – Dijo alegremente. – No creí que reconocerías esa palabra.
- Bueno, lo hago.
Me sonrió.
- Es muy bonito allá, aunque demasiadas jerarquías.
- Ya veo. – Me limité a responder.
ESTÁS LEYENDO
Predestinados (Omegaverse)
Novela JuvenilLos predestinados son solo un cuento de hadas, pero cuando su pareja alfa se encuentra con su omega predestinada y le regala la marca que él tanto había anhelado por años, Alex lentamente comienza a odiar a los alfas y al destino. ¿Será que este ome...