Capítulo 49

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- ¿Por qué no puedo ir? – Me quejé.

David rodó los ojos, girando hacia mi y tomándome de los hombros.

- Es tu tercer día de celo, al menos finge que te quieres cuidar. – Alzo una ceja al ver mi ceño fruncido. – Quédate aquí y ya, no tienes que exponerte ni nada, ¿bien? No sea idiota, yo te cubro el turno.

Acabábamos de regresar del viaje y aunque mi turno era en la tarde, quería ir a la cafetería ahora, pero por mi celo David se empeñaba a no dejarme siquiera salir de casa.

Había sido así las anteriores veces también, incluso cuando no 'salíamos', y era molesto.

Me dio un golpecito en la frente, para luego ver hacia donde estaban los chicos.

- ¿Quién se queda en casa hoy?

Manu alzó la mano como un niño de primaria.

David asintió hacia él y me dio palmaditas en los hombros.

- Que no salga. – Dijo sin más, girándome y empujándome hacia Manu, quien llevó una mano a la frente como si fuese un soldado recibiendo una orden de su general.

- Eres un exagerado. – Refunfuñé, pero aún así decidí no insistir, después de todo ya había pasado por muchas cosas a causa de mi celo.

David sonrió y pasó una mano por mi cabello, inclinándose para besar mi frente.

- Aw, qué asco. – Soltó Manu, girando para seguir con lo que hacía.

David le sacó el dedo del medio y dio media vuelta, yendo hacia la puerta.

En cuanto se fue, Manu se levantó y me llevó a la sala casi a empujones, sentándome en el mueble y quedándose frente a mi, posando como si fuese un mayordomo.

- ¿Desea lechita tibia, una mantita, algo? – Dijo cambiando su voz.

Rodé los ojos y negué con la cabeza.

- Dejame en paz, no estoy enfermo ni nada. – Me quejé, subiendo los pies al mueble y recostándome mientras tomaba mi teléfono para distraerme.

- Qué aburrido. – Soltó. – No me sigues el juego. Como sea, si te aburres me llamas y jugamos algo o yo que sé.

Asentí y se fue, dejándome en la sala con mi teléfono.

No había mucho que pudiera hacer, así que decidí encender la televisión para ver alguna película o serie.

Me pasé el día bastante aburrido, por ratos solo y luego distrayéndome con Manu.

Ambos terminamos viendo una corta serie de anime que Rodrigo nos dijo que viéramos, la cual estuvo bastante interesante.

Para cuando David llegó, todos ya habían llegado a casa y estábamos jugando cartas, aunque yo ya había perdido.

No había entrado, solo se quedó afuera, sentándose al lado de la puerta. Lo había visto porque me quedé cerca a la ventana, así que el movimiento llamó mi atención.

Alcé una ceja y fui a abrirle, pensando que tal vez había olvidado la llave.

- Hola. – Saludé en cuanto abrí.

Alzó la vista hacia mi y sonrió ligeramente.

- Hola, sapito. – Dijo sin más, solo mirándome.

Aunque él mismo había dicho que ese apodo era tonto, seguía usándolo, y ya solo lo dejaba pasar.

Ladeé la cabeza.

- ¿Pasa algo?

Me observó un poco más y negó, levantándose y sacudiendo su pantalón, para luego abrazarme.

Predestinados (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora