Capítulo especial: Días pasados

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A los dos años, mi mamá me dijo que la persona que me tuvo no me quería y me regaló, por eso ahora vivía con ellos.

Mamá no es muy cariñosa, pero siempre que la veo no puedo no admirarla. Es una alfa tan genial, aunque casi siempre me da algo de temor por la mirada que me da.

Pero sé que me quiere, porque es la única que habla conmigo de vez en cuando.

Salí al jardín para jugar con las mariposas, porque me gustaban mucho los colores que tenían. Tomé una ramita que encontré en el suelo para poder jugar con ella también, deteniéndome al ver una de las mariposas con colores brillantes posarse en una flor.

Me puse de cuclillas para observarla mejor, riendo en cuanto voló cerca a mi rostro.

La seguí con la mirada, mis ojos posándose en mi mamá que estaba unos pasos más allá, esperando a que el chofer saliera con el auto.

Sonreí al verla, pensando en que tal vez podría sorprenderla si la abrazaba de pronto.

Nunca lo había hecho, pero una vez vi a las señoras de la cocina compartir un abrazo, así que tal vez yo también podría hacerlo.

Corrí hacia ella estirando los brazos, y pude abrazarla por unos segundos antes de sentir su mano en mi pecho, luego solo dándome cuenta que estaba en el suelo.

No me importó que me doliera atrás, porque había podido abrazarla.

Sonreí, alzando la vista hacia ella, pero su mirada me volvió a dar algo de miedo.

Se inclinó hacia mi y le sonreí, ganando una pequeña sonrisa de su parte, lo que me alegró.

- No sonrías. — Dijo de pronto. — No te atrevas a ser feliz ni un mísero minuto de tu vida.

Mi sonrisa desapareció, aunque no entendía tan bien lo que me quería decir.

- ¿No lo entiendes? Eres un niño indeseado. Tu madre no te quiso y tú padre nunca te viene a ver, ni lo hará.

- Pero... Pero tú me quieres, así que no me importa lo demás. — Dije con una pequeña sonrisa.

Su cara de asco me dejó congelado.

- ¿Yo? Yo te odio. — Soltó. — Solo estás en esta casa porque nadie quiere tenerte en la suya. No vales nada, así que cuando crezcas y te des cuenta de lo poco que significas, solo muere.

Sentí mi labio inferior temblar y comencé a ver borroso, apretando mi agarre en la rama que aún estaba en mi mano.

- Eso, llora y siente lástima de ti mismo. — Me observó unos segundos, frunciendo el ceño. — ¿Por qué te tienes que parecer tanto a él? Maldita sea. — Murmuró al final, levantándose para subir al auto que ya estaba listo.

Comencé a sollozar, luego llorando cada vez más fuerte hasta que mi garganta dolió, y para cuando me cansé solo me quedé sentado; y aunque la mariposa volaba cerca a mi, solo no podía seguirla más.

Desde ese momento comencé a ser ignorado por completo en la casa, así que llevaba una pequeña banca conmigo siempre para cuando no llegaba a algún lugar.

Justo ahora la estaba llevando hacia la cocina, porque tenía hambre y quería sacar algo del refrigerador.

Ya había ido a ver a mis hermanas, pero como siempre solo me ignoraron.

Espíe por la entrada y mi mirada se cruzó con la de una de las cocineras.

- Um, ¿mamá volverá pronto? — Pregunté, pero la señora solo apartó la mirada, siguiendo con lo suyo.

Predestinados (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora