- ¡Ouch!Bajé la cabeza para ver a quién le pertenecía esa voz.
Una pequeña niña de cabello negro y ojos marrones me miraba con el ceño fruncido mientras se frotaba la nariz.
- Oh, lo siento. – Dije, sonriéndole.
Su ceño fruncido se desvaneció y abrió ligeramente la boca.
Ladeé la cabeza, agachándome para quedar frente a ella.
- ¿Te perdiste?
Negó con la cabeza.
- Mami y papi están por ahí.
Me observó un poco más y le sonreí de nuevo, más que nada por incomodidad. Mi vista fue hacia su nariz, que estaba roja.
- ¿Te duele? – Pregunté, señalando su nariz.
Llevó una mano hacia ella y la tocó, negando con la cabeza nuevamente, por lo que sonreí.
- Qué bien. ¿Vamos a buscar a tus padres? – Pregunté, aunque tampoco podía irme lejos porque seguramente me perdería.
Mis clases habían terminado hacía ya una semana y ahora estábamos en Busan para hacer algo de turismo. John quiso ir por algo de helado, pero preferí quedarme tomando fotos para evitar caminar más, él yendo a comprar para ambos.
Así que estuve haciendo eso hasta que la niña chocó conmigo.
Se cruzó de brazos, haciendo una mueca mientras al parecer intentaba recordar.
Alcé una ceja, divertido.
- ¡Ah! – Dijo de pronto, haciéndome dar un respingo.
- ¿Qué?
Me señaló.
- ¡En una foto! – Canturreó, confundiéndome aun más.
- ¿Una foto?
- ¡Alessia! – Gritó alguien tras ella, probablemente su mamá. Giró de inmediato, por lo que me puse de pie.
Alcé la vista y me quedé estático, sintiendo que mi boca solo se abría por la sorpresa.
Era Daerim, la omega de Matt.
Así que vivían en Busan.
- ¡Mami! – Gritó la niña, y desvié la mirada de Daerim hacia la pequeña.
Entonces ella era la hija de Matt.
Ahora que me enteraba de ello, podía ver que el color de ojos se me hacía familiar, aunque no se parecía mucho a él. Volví a ver a su madre, quien no había pestañeado desde que me vio.
- ¡Mami, es el de la foto de papi! – Dijo de pronto, tomándome por sorpresa.
¿Matt aun conservaba fotos mías? ¿Después de tanto tiempo? ¿Por qué?
Recordé que yo también tenía el álbum de fotos que él había hecho, y probablemente la tendría ahí por más tiempo, así que no podía decir nada.
Respiré hondo y le sonreí, saludándola con una mano.
Se acercó lentamente, estirando una mano hacia su hija, ella tomándola.
- Hola. – Saludó en español mientras se inclinaba.
Me incliné también y le respondí el saludo en coreano.
Alzó la vista, sorprendida.
- ¿Han estado bien? – Pregunté para llenar el silencio incómodo.
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Predestinados (Omegaverse)
Roman pour AdolescentsLos predestinados son solo un cuento de hadas, pero cuando su pareja alfa se encuentra con su omega predestinada y le regala la marca que él tanto había anhelado por años, Alex lentamente comienza a odiar a los alfas y al destino. ¿Será que este ome...