Capítulo 28

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Al entrar al café a la mañana siguiente, John y Dalia estaban sentados en una de las mesas, conversando.

Los saludé y fui hacia los casilleros.

Ambos se pusieron de pie de inmediato y fueron hacia donde estaba.

- ¡¿Ya no lo usaras más?! – Preguntó Dalia emocionada, refiriéndose al cabestrillo y las vendas.

- Sí, ayer el doctor me dijo que podía hacerlo, aunque puedo solo usarlo si siento molestias.

- Debiste decirme que irías, pude haberte acompañado. – Agregó John detrás de Dalia.

- No era necesario, seguro tenías cosas qué hacer.

- No, no fue así. – Metió las manos en los bolsillos.

Lo ignoré y giré para ir hacia el mostrador y colocarme el delantal, con ellos yendo tras de mi.

- Siempre es gracioso verte poniéndotelo. – Dijo Dalia con una sonrisa en el rostro.

Desde que había estado con el brazo mal, John había insistido en ayudarme con el delantal, pero me negué y Dalia lo hacía, aunque desde la semana pasada me había rehusado a aceptar su ayuda también y lo había estado haciendo yo solo, sujetándolo con el mostrador y luego atándolo como podía, para después acomodarlo bien, ya que aun no podía girar del todo el brazo sin que doliera.

- ¿Por qué no dejas que te lo ponga? – Preguntó casualmente.

Negué y seguí haciéndolo.

Dalia suspiró y se acercó.

- Ven aquí. – Dijo, ayudándome a atarlo.

Hice una mueca, pero no la aparté.

En cuanto terminó, plantó las manos en mi cintura, haciéndome dar un respingo.

Sentí las feromonas de John, pero las ignoré.

- Tienes una cintura delgada, qué envidia. – Se quejó, apoyando el mentón en mi hombro.

¿Desde cuándo teníamos tanta confianza?

Por un lado me alegraba la idea que pudiera volverse mi amiga, ignorando el hecho que coqueteara con John, pero por el otro me sentía extraño al ver que se pegara de esa forma.

Se apartó y sonrió, alzando su mano para ponerla en mi hombro.

De pronto, la mano de John la tomó en el aire.

Ambos lo observamos, e incluso él mismo parecía sorprendido.

Esta vez, fui yo quien desprendió feromonas al ver sus manos juntas.

- ... Vamos a terminar de limpiar. – Dijo de pronto, llevándosela consigo sin notar el sonrojo que Dalia tenía.

Dalia me daba vistazos de vez en cuando, y justo antes que se terminara su turno, llamó a John a un lado del café.

Me dio otro vistazo rápido, comenzó a decirle algo para luego hacerle gestos de acercarse. John bajó la cabeza hasta la altura de ella, y estuve a punto de llamarlo cuando Dalia tomó su camiseta y le dio un beso en la mejilla.

Mi boca se abrió de par en par, y la cerré con fuerza segundos después, apartando la mirada.

Eso no me importaba para nada, podían hacer lo que les diera la gana, no me afectaba en lo más mínimo.

John llegó a mi lado minutos después, cuando Dalia ya se había ido.

- ¿Ya no te duele el brazo? – Preguntó, aprovechando que no habían muchos clientes.

Predestinados (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora