Capítulo 44

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- Y esto tampoco lo entiendo bien. – Señaló Luca en su cuaderno.

Le di un vistazo y seguí explicándole.

Me había pedido ayuda con uno de sus cursos, a pesar que tenía un promedio bastante bueno.

Aunque supongo que era algo diferente cuando tenías tu examen parcial en unas horas más y no habías entendido nada por estar de fiesta en fiesta como él.

Cuando terminamos, suspiró y se recostó en su asiento.

- Gracias, me salvaste bello.

Rodé los ojos y di el último sorbo a mi bebida. Me levanté y Luca se reincorporó.

- ¿Te vas ya?

- Sip, tengo sueño y quiero dormir un poco. – Dije estirándome.

Sonrió y se acercó, inclinándose. En cuanto entendí lo que quería hacer le lancé mis feromonas y me aparté de inmediato, frunciendo el ceño.

- No. – Declaré, tomando mi mochila para irme.

Siempre pedía citas a modo de broma, así que solo no le respondía, pero últimamente había estado haciendo eso y aunque lo considerara mi amigo, era demasiado. Ya no sabía qué más hacer para alejarlo además de lanzarle feromonas y negarme.

Me detuve, quedándome de pie viendo hacia él, solo provocando que lo intentara de nuevo.

- Basta. – Comencé a irritarme y le solté mis feromonas de golpe, haciendo que retrocediera de inmediato, viéndose algo nervioso ahora.

- ... Lo siento, lo siento. Es broma, ya sabes. – Soltó, riendo y restándole importancia.

Lo observé unos segundos más, decidiendo que debía cortar lo que sea que esperara de mi.

- Oye, Luca. La verdad no sé qué buscas. No sé si te gusto, pero eso es lo que parece. – Luca se sonrojó, lo cual me sorprendió, pero no me detuve. – Si eso así, por favor detente. Porque no tienes una sola oportunidad.

Abrió los ojos y parecía dolido. Vi cómo apretaba los dientes y bajó la mirada con el ceño fruncido.

Tal vez había sido demasiado duro, pero no era muy bueno hablando de estas cosas.

Froté mi cabello, sin saber bien qué más decirle.

- Oye, perdón si lo dije mal. Soy un pésimo para esto. – Dije, y al ver que no respondería, solo suspiré. – Um, espero al menos poder seguir siendo amigos. – Me puse de pie. – Te veo en clases. – Agregué.

Comencé a caminar hacia la salida, dejándolo sentado en la mesa.

Salí de la cafetería de la Universidad y respiré hondo.

Eso podría haber salido mejor, pero no era nada bueno para decir cosas sin planearlas primero.

Mi teléfono sonó y lo saqué, viendo que era un mensaje de David diciendo que más tarde iría por su pastelillo prometido.

Hice una mueca y decidí pasar por una pastelería para comprarlo.

Ese día desperté con David durmiendo a mi lado, y luego de hacer memoria, recordé vagamente el haber llorado como un tonto y luego haberme aferrado a su polo cuando me ayudó a llegar a la cama, así que no tuvo de otra que quedarse.

Aprovechó mi vergüenza para quedarse en mi casa como si fuera suya, tomando una ducha e incluso tomando mis cosas para hacer el desayuno.

Mientras desayunábamos, había insistido en apostar a que Dalia y Steve salían. Yo lo había negado, porque Dalia no me había dicho nada, pero cuando les preguntamos al día siguiente, lo aceptaron.

Predestinados (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora