Cuando volví en mí, estaba en la camilla de un hospital.Ese alfa me había golpeado demasiado y me dolía todo el cuerpo, aunque más el rostro. El recuerdo de su rostro jadeante cerca al mío vino a mi mente junto a sus palabras sobre la marca y abrí los ojos con fuerza.
Como pude llevé una mano hacia mi nuca.
No me había mordido.
Intenté estirarme y todo el cuerpo me dolió, pero no sentí otro tipo de dolor más que el de los golpes. No me había tomado tampoco.
Boté todo el aire que estuve conteniendo.
Cerré los ojos nuevamente y el dolor disminuyó un poco, así que los mantuve cerrados.
De pronto oí unos murmullos que parecían ser una discusión.
Intenté ignorarlos, pero al estar todo en silencio no podía evitar que los sonidos llegaran a mi. Alzaron un poco la voz y pude reconocer la de la esposa del dueño. Le había traído problemas a su tienda, así que hice una nota mental para disculparme luego.
Pensé que la otra voz sería de su esposo, pero sonaba mucho más joven.
- Pero cómo se les ocurre dejar a un omega a cargo de la tienda, ¡Eso fue demasiado!
La omega murmuró algo que no entendí.
Alcé la cabeza al querer escuchar un poco mejor, pero el dolor me atravesó como miles de agujas y solté un quejido.
La discusión paró y ahora era solo una conversación en voz baja. Unos segundos después, oí unos pasos hacia mí.
En cuanto escuché el ruido de la silla a mi lado, abrí levemente los ojos y miré hacia ahí.
- ¿Estás bien? – Dijo de pronto la omega, preocupada. Seguramente había estado esperando a que despertara durante todo este tiempo.
- Sí. – Guardé silencio por un momento y luego seguí. – ... Lo siento.
En realidad no estaba nada bien, porque sentía dolor en cada músculo, pero preferí no decir nada.
- ¿Por qué te disculpas? – Dijo con lágrimas en los ojos. – No tienes que hacerlo, no hiciste nada malo.
- Les... causé problemas, y ahora quizá la gente no querrá ir a la cafetería. – Respondí en voz ronca y muy baja.
- No te preocupes por eso ahora, no tiene importancia. – Dijo poniéndose de pie, acercándose a mí. – Querido, tu bonito rostro está todo golpeado. – Dijo tocando mi mejilla y sollozando.
Di un respingo en respuesta al dolor.
- ¿Te duele mucho? – Preguntó, quitando su mano.
- Estoy bien, gracias. – Respondí, con lo que intenté sea una sonrisa.
La omega suspiró.
- Lo siento mucho, no debimos dejarte solo. Debimos cerrar la cafetería. – Se culpó, sentándose nuevamente en la silla y cubriéndose el rostro, llorando.
Sentí una presión en el pecho.
¿Cómo podía llorar así por alguien que conocía desde hace poco?
- No es así, yo les dije que estaba bien. – intenté calmarla. – No es su culpa.
Llevé una mano hacia ella y la puse en su cabeza. La tomó con ambas manos y la sostuvo en su regazo.
- Si no fuera por mi hijo que llegó en ese momento, no sé qué te habría pasado.
¿Su hijo? Pensé, extrañado.
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Predestinados (Omegaverse)
Roman pour AdolescentsLos predestinados son solo un cuento de hadas, pero cuando su pareja alfa se encuentra con su omega predestinada y le regala la marca que él tanto había anhelado por años, Alex lentamente comienza a odiar a los alfas y al destino. ¿Será que este ome...