La muerte piadosa

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Los patrullajes por las zonas más cercanas al castillo, aunque ya no eran tan habituales como semanas atrás, lo cierto era que algunos héroes preocupados por los planes Embla, dedicaban su tiempo libre a hacer inspecciones en aquellos lugares para asegurarse de no encontrar algún grupo de soldados de Embla que, de alguna u otra manera hubieran logrado internarse dentro del reino.

Laegjarn era una de las jinetes que más revisaba la zona donde se conectaba el rio más grande de Askr, no solo porque aquel rio conectaba con Embla, sino también porque también enlazaba varios lugares que, podrían servir de puntos estratégicos para una invasión.

Revisando cada rincón del la enorme sección del rio, descubrió algo increíblemente inusual, pero que no estaba segura si era una buena o mala señal.

Justo al lado del rio, un pegaso de alas, pelaje y crin negra que, despedía un brillo azulado espectral al igual que sus ojos azul oscuro, bebía agua tranquilamente a lado del rio y junto a él estaba una mujer que Laegjarn jamás había visto en su vida.

La mujer tenía una tez realmente pálida, incluso mucho más que las princesas del reino de Nifl que, le daba una apariencia ligeramente débil y enfermiza, tenía un largo cabello blanco recogido en una enorme coleta alta y ojos de un color azul apagado.

Llevaba un vestido blanco escotado con la parte inferior ligeramente rasgada, unas mangas negras con holanes blancos, una especie de coraza negra que cubría parte de su pecho hasta terminar en una especie de falda gruesa que no llegaba a cubrir del todo su vestido y lo que le pareció eran unas botas negras con un ligero tacón.

Al observarla mejor, noto una especie de corona en su cabeza, por lo que rápidamente intuyo de que quizás, era parte de la realeza de algún reino cercano, aunque desconocía de alguno que usara ese tipo de indumentaria.

Aterrizo con su fiel compañera a una distancia prudente de la chica, ella la miró al instante al notar su presencia, no parecía asustada, pero pudo notar genuina curiosidad en su mirada.

-Buenas tardes-comenzó a decir Laegjarn en tono gentil-¿Necesita de algún tipo de asistencia?-quiso saber sin perder su amabilidad.

-Oh, sí, temo que estoy un poco perdida-afirmó la misteriosa joven algo avergonzada.

-Si necesita llegar a algún sitio, con gusto la escoltare hacia donde necesite-afirmó Laegjarn con una ligera sonrisa.

-Me encantaría, pero espero que no sea una molestia para usted-mencionó un poco preocupada.

-No se preocupe, a fin de cuentas el deber de los miembros de la Orden de los Heroes de Askr, es ayudar a quien lo necesite-aseguró Laegjarn sin perder su sonrisa.

-¿Usted es miembro de la Orden de los Heroes de Askr?-cuestionó la desconocida algo sorprendida.

-Así es, así que no se preocupe, está en buenas manos-expresó Laegjarn en tono seguro.

-De hecho, es justa la razón por la cual he venido desde muy lejos-afirmó con una leve sonrisa, confundiendo un poco a Laegjarn.

Fue toda una sorpresa para ella que la misteriosa doncella de nombre Eir, quisiera ir directamente al castillo donde residía la orden y fue una sorpresa todavía mayor descubrir que, deseaba unirse a las filas de los héroes de Askr.

-Así que, ¿Viajaste hasta aquí solo para unirte a las filas de la orden?-inquirió Phyria un poco reflexiva, en una pequeña sala de reuniones privada donde se encontraban Anna, Laegjarn y la misteriosa Eir.

Laegjarn tuvo la fortuna de encontrar tanto a la comandante Anna como a Phyria en la entrada del castillo, lo que no esperaba era que decidieran tratar el tema en aquel lugar tan privado.

-Así es-afirmó Eir en tono tranquilo, sentada frente a la mesa de reuniones donde estaban Anna y Phyria-Me gustaría apoyar en todo lo que pueda a las personas que han mantenido a salvo tantos mundos y reinos-continuo con una ligera sonrisa.

-¿Tu qué opinas Anna?-cuestionó Phyria observando a la comandante.

-Bueno, técnicamente no hay ninguna regla que evite que gente de otros reinos se unan a nuestra causa-confesó Anna con aire pensativo.

-Les prometo que me esforzare mucho para poder estar a la altura de tan grandes leyendas como ustedes-exclamó Eir con cierta determinación.

-Tranquila, aunque no lo creas, la mayoría de las personas de aquí no son tan increíbles como parecen, en especial cuando pierden sus apuestas, ¿Verdad Laegjarn?-expresó Phyria observando a Laegjarn con una sonrisa divertida, la cual empalideció al instante.

Eir no estaba segura si tomar aquello como una buena o mala señal... y mucho menos sabía cómo interpretar la carcajada que repentinamente comenzó a emitir la comandante de Askr...

-De todas maneras-comenzó a decir Phyria una vez que la risa de Anna se calmó lo suficiente-Si estas interesada entonces puedes unirte, pero te advierto que este lugar es un poco... peculiar-terminó de decir Phyria en el tono más diplomático que pudo.

-Estoy segura de que podre adaptarme bien a lo que suceda-afirmó Eir con cierto optimismo.

-Espero que sigas diciendo lo mismo cuando pase una semana-señaló Phyria de manera casual, tensando inmediatamente a Eir... quizás el lugar era más peligroso de lo que creyó...

-Bien, mientras preparamos la reunión para la presentación, Laegjarn asegúrate de cuidarla para que no se meta en problemas-ordenó Anna en tono tranquilo, poniéndose de pie junto con Phyria.

-¿Yo?-fue todo lo que alcanzó a decir la reina de Múspell una vez que proceso aquellas palabras.

-Sí, si pudiste traerla hasta aquí, entonces no tendrás problemas en mantenerla alejada de los desastres ocasionales-aclaró Phyria en tono animado.

Laegjarn no pudo responder antes de que Anna y Phyria abandonaran la habitación, lo único que agradecía era que no se atrevieran a revelar el... deshonroso baile que tuve que realizar cuando perdió aquella gran apuesta jugando Uno...

-L-Lamento si le he causado más molestias de las necesarias-susurró Eir un poco tímida, sin poder mirar a los ojos a Laegjarn.

-No es ninguna molestia-aseguró Laegjarn en tono amable, logrando que Eir la mirara a los ojos algo sorprendida-Si necesitas ayuda o, tienes alguna duda referente al castillo o las actividades que se realizan, no dudes en pedírmela-agregó Laegjarn con una sonrisa antes de extender su mano a su nueva compañera.

-Muchas gracias Laegjarn-expresó Eir en tono sincero aceptando su mano, notando la calidez que emanaba de esta.

Mientras esperaban la señal de la comandante y la invocadora, ambas comenzaron a conversar un poco, entablando una conversación bastante amena y tranquila que, creó un ambiente de familiaridad entre ambas y, durante todo ese tiempo Eir apenas pudo ocultar su sorpresa de que la calidez que le había dejado la mano de Laegjarn, no se extinguiera en ningún momento.

Una "aventura" en Fire Emblem Heroes 2ndDonde viven las historias. Descúbrelo ahora