Capítulo 42

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El joven detrás de la libertad

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Las hojas soplaban con fuerza, me encontraba con en el parque que estaba cerca de mi casa, escuchaba música a todo volumen, podía pasar horas escuchando la misma canción, los niños, las familias, los animales, la vida se destendía enfrente mío, ajenos a mí.

—¡Ángel!—incluso con la música alta lo podía escuchar llamarme, llevaba un traje floreado en azul marino con una camisa blanca, las calles estaban cubiertas de nieve, el frío te congelaba los huesos, pero él andaba como quería sin inmutarse—Ángel— me llamó nuevamente llegando a mi lado, cansado de correr para tirarse sobre el suelo a mi lado—.

—¿Cómo estas?— había algo diferente en Tom ese día, una sonrisa lo acechaba y le impedía mantenerse serio, lo veía constantemente intercalar miradas conmigo y con los niños del parque—. 

—Estoy— pronuncié bromeando antes de que Tom atacará mis labios—.

Extrañaba a Thomas, habían pasado dos meses desde que se había ido, no podíamos comunicarnos con él, pero parecía que había hecho varios amigos, había comenzado la escuela y un curso de matemáticas y karate, por las fotos que recibíamos, se veía contento, feliz.

Y eso de alguna manera animaba a Matilde, que se la vivía, pegada de Rubius y Mangel.

Por otro lado Tom estaba impaciente, hacía menos de ocho días que me habían hecho pruebas de embarazo y pronto sabríamos si estaba embarazada o no, de igual manera, Tom había despedido a la mitad de los empleados para asegurar más mi perímetro, que no hubiera riesgos, ya no me ocultaba, ahora podía hacer lo que Nikki nunca pudo...salir de la casa, ser libre, de vez en cuando salíamos a caminar, me las había arreglado para arrastrar al castaño a cada museo de Londres.

—Ya llegaron— dijo y mi piel se congeló, me gire a verlo, pero él ya me veía sonriente—.

Los resultados de embarazo.

Tom metió su mano en el forro de su saco y saco de este un sobre, lo abrió para si mismo, se aclaró la garganta y empezó a leer con todo elocuente. 

—Nombre— hizo una pausa y me miro— ____ West Ferrer— hizo una pausa más larga analizándome—.

—Continua ya— pedí impaciente y divertida—.

—Solicitante y papá, tal vez—sabía que él le había agregado el "papá" por la manera en la que sonreía—  Thomas Stanley Holland—.

—Ya por favor, ve a lo importante— lo golpeé en el hombro suavemente, este alargó una carcajada—.

Estos últimos meses Tom reía más, 

Destrúyeme: La Caída Del Imperio Holland [Tom Holland y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora