Prólogo

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Perdóname, mamá por que en el sendero de camino a casa me he dejado perder por el falso aroma del té caliente y la tierra mojada en los pies de mis hermanos que se han esfumado con el paso de los años

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Perdóname, mamá
por que en el sendero de camino a casa me he dejado perder por el falso aroma del té caliente y la tierra mojada en los pies de mis hermanos
que se han esfumado con el paso de los años

Perdóname porque tras pasados los años te sigo buscando el la finura de sus manos

Perdóname tú que yo no puedo.

Perdóname porque ahora es la muerte la que aprisiona tus delgados brazos y se abalanza contigo al compás de un reloj de arena sin fondo.

Perdóname pero me he dejado engañar de curva en curva llegando hasta el fondo estrecho de un huracán, donde mi único aliento es una chica de marmol quebradizo.

Que baila y baila,
esta llorando esta rota
Pero sigue danzando
Me cuelo entre el hueco de sus costillas y me acuno en sus pulmones
dejandome arrasar por el tsunami de sus emociones.

El sincineo de su corazón trae inscrita una canción de cuna suave, melancólica y desesperante.

Trayendo con sus manos el olor a hogar que tu nunca me diste.

Los golpes no son excusa, no te lo permito.

Tú miedo
Mi miedo
Ella se cobija el frío otoño con mi sangre caliente, se funde con su cabello y sale dispersado por sus ojos tormentosos

Mientras tu permaneces en mi piel

Te vuelves cicatriz
Te abres
y vuelves a doler
pero
nunca
te
vas

Madre

Un chillido adolorido directo desde la boca del estómago de un tifón llama la atención de aquel impresionable pero fiel jardinero, que ha pasado tanto tiempo en la casa que se ha vuelto árbol en los cimientos del hogar vacío

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Un chillido adolorido directo desde la boca del estómago de un tifón llama la atención de aquel impresionable pero fiel jardinero, que ha pasado tanto tiempo en la casa que se ha vuelto árbol en los cimientos del hogar vacío.

Mordiéndose los labios y pellizcando con agilidad los tallos de las margaritas, se lo piensa varias veces antes de levantarse del suelo, con las rodillas llenas de lodo sobre su pantalón azul cielo, dispuesto a seguir el llanto tan melodiosamente triste.

-¡Cielo hará falta, que me libre si me meto en problemas!-dice para sí mismo entrando a aquella friolenta casa... que ha perdido su brillo de tajo, como aquel iglú que termina por congelarse hasta hacerse cimientos y ceniza-.

Guíado por el sonido de un llanto ronco sube los escalones con un sincineo recorriendole el cuerpo.

Reconoce el llanto y su alma se encoge, es la voz del niño que vio crecer y que perdió entre cigarrillos, botellas y golpes.

-Joven Thomas...- susurra impávido, helado hasta el hueso-.

El castaño que fue entrenado para ser demonio está de pie al lado de la tina de su madre, sus manos y sus ropas están teñidas como el rosal de un rojo carmesí, un río ha comenzado a desbordarse por sus ojos mientras intenta mantener la respiración para mirar cual niño indefenso que ha perdido la cabeza a su curioso jardinero, detrás de él, yace la pelirroja, apenas es diferible si es más rojo su cabello o su sangre, tiene la mirada vacía fija en su hijo, sus labios han comenzado robarle color al cielo.

-¡La mate! -apenas audible- ¡ Octavio! ¡Ma-maté a mamá!- chilló desesperado el castaño-.

Chilló desesperado el demonio.

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Volví ¿Me extrañaron?

No se me desvíen poe favor.

¿Sí se dio a entender que Tom mató a Nikki?

Destrúyeme: La Caída Del Imperio Holland [Tom Holland y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora