Capítulo 78

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En carne viva

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El aire se colaba a susurros,

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El aire se colaba a susurros,

calentaba los lugares que el fuego nunca alcanzó,

me empapo los labios de sal,

incitándome a besar

aquello que no me desesperanzó,

y no fue hasta que pasaron dos horas de sueño cuando descubrí que afuera llovía

y adentró nevaba,

que las gotas mojaban desde dentro y afuera yacía la sequía.

—Oye, deja de moverte tanto-su voz me llamaba—ángel—sus manos me encontraron, se pasearon por mis brazos hasta que sentí el calor de las mismas posarse en mis mejillas—detente, te abrirás las suturas—.

Me saco del sueño,

giro la tierra,

le dio nombre a los meses del año.

Él estaba de pie a mi lado,

reconocible,

Su rostro seguía un tanto pálido, sangre seguía intentando escaparse atreves de su vendaje, llevaba oleos grises por ojeras y remolinos por irises.

—¿Cuánto tiempo llevo dormida?—pregunté, si había soñado con algo no recordaba que era, afuera, al ver la habitación de hospital me di cuenta que no había sido una pesadilla—.

—No mucho, despertaste justo a tiempo—dijo separándose lo suficiente para que la luz de la luna que entraba por entre las rejillas de la ventana le iluminara el rostro—son las cuatro y media de la mañana—.

Lucía cansado,

casi acabado.

El mundo se le había caído en la espalda

y él seguía intentando parecer una fiera,

un titan con temblé de hierro y fuerza absoluta.

—¿No has dormido nada?—pregunté con ingenuidad, sentía mi cuerpo acalorado por las mantas y mi sangre y el interior mi piel helado, fuera de la habitación, la ventana crujía de ves en cuando por las gotas de lluvia que se estrellaban en ella—Tom, no me ignores-evadió mi pregunta caminando hacía el otro lado—.

Destrúyeme: La Caída Del Imperio Holland [Tom Holland y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora