Capítulo 8

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La sangre y aire abandonaba con rapidez mi cerebro sin darme tiempo de aclarar las cosas que pasan a mi mente conforme Matilde se libraba pacíficamente del agarre de Rubén para correr hasta pasarme para encarar a Keyslee que la miraba completamente pálida aún con la cara marcada por ronchas.

-Eres tú...tus ojos, tus manos...mamá-nombró la infante y mis piernas flaquearon-. 

-Niña te es...estas equivocando, no hay manera de que yo pueda ser tu madre- se defendió Keyslee con nerviosismo retrocediendo conforme la niña se acercaba mirando cada rastro de su cara-. 

Era claro que Keyslee había tenido un hijo y lo había abandonado y dentro de esas posibilidades  Matilde se apuntaba así misma en primera plana... despues de tanto...la había recordado. 

-Estas loca, ya te dije que no- repuso la rubia con nerviosismo justo cuando la infante estiraba una mano intentando alcanzarla-. 

-¡Claro que si! la marca en tus costillas- chillo Matilde al borde de la impotencia tomando el extremo de su abrigo para abrirlo- si no eres mi madre como explicas que tengamos lo mismo- proclamó alterada descubriendo parte de su abdomen y costillas desde donde, por debajo de las vendas se podia ver una marca de nacimiento- tu eres mi mamá...se supone que las mamás cuidan a sus hijos- y finalmente Matilde se hecho a llorar tirándose de rodillas contra el suelo cubriéndose los ojos con debilidad en su intento de tragarse las lágrimas-.  

Ella odiaba que la vieran llorando. 

-Mati...- mencione aun entrance, obligando a mi cuerpo funcionar para cuidar de la niña sola que lloraba la ausencia de amor- Mati tranquila...- dije intentando confontar a la castaña que se tenso al sentir mi mano sobre su espalda-. 

-¡Mentirosa! ¡Dijiste que me estaría esperando! ¡Dijiste que me quedrían!- replico la niña girandose para apartar mi mano con brusquedad-. 

En su cara era el visible un dolor inmenso, sin hogar, sin amor...sin familia...se había mantenido viva  a si misma con la idea de encontrar a alguien que la relacionara con el mundo, había sobrevivido solo para ese momento...y ahora lo había perdido todo otra vez y por completo. 

-Matilde estás yendo demasiado rápido...esto a sido un golpe para todos...para ella, por favor Matilde entiende...- replique sin saber que hacer, Matilde si bien tenía el alma de Samantha-. 

No encontraba la manera de detener su dolor. 

-Déjame en paz ___...por favor- chilló y tan salvaje como la pelirrojo se levantó de golpe mirando a Keyslee antes que pasarla de largo para salir corriendo-. 

-¿Porque?- pregunto mi yo de cuatro años, sentada sobre la isla, con el pijama puesto y el cabello mojado sobre los hombros-.

-Mierda no...- no otra vez-

-¿Qué ha sido todo eso?- preguntó Rubén a mi espalda aun con su plato intacto mientras que la rubia miraba a la nada sorprendida, tocandose las costillas sobre la ropa-. 

Matilde no mentía...Keyslee tenía la misma marca que ella. 

-¿Porque qué cariño?- respondió con cariño la voz de mi padre a mis espaldas helandome-.

-Los niños sin padres en la calle ¿porque los abandonaron? ¿se portaban tan mal?- pregunté  en ese entonces y mi padre río-.

-Matilde- mi llamada salió sin voz, tan distante como mi cabeza-. 

-Espera ___ necesitas calmarte, necesitas dejar que ella se calme, todos cálmense por favor - anticipo Rubén más rápido que yo, tomándome de la cintura pegandome a su cuerpo hasta que pude sentir su pelvis rozando mi cintura-. 

Destrúyeme: La Caída Del Imperio Holland [Tom Holland y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora