Capítulo 97

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Desaparecido

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"Cuando empezaron a desaparecer
hace tres cinco siete ceremonias
a desaparecer como sin sangre
como sin rostro y sin motivo
vieron por la ventana de su ausencia
lo que quedaba atrás / ese andamiaje
de abrazos cielo y humo.

Cuando empezaron a desaparecer
como el oasis en los espejismos
a desaparecer sin últimas palabras
tenían en sus manos los trocitos
de cosas que querían.

Están en algún sitio / nube o tumba
están en algún sitio / estoy seguro
allá en el sur del alma
es posible que hayan extraviado la brújula
y hoy vaguen preguntando y preguntando
dónde carajo queda el buen amor
porque vienen del odio"

Mario Benedetti (desaparecidos)

Cinco horas tras la desaparición de Thomas Stanley Holland

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Cinco horas tras la desaparición de Thomas Stanley Holland.


—Helms, habla Osterfield...¿Tom no ha ido por ahí?—Harrison hablaba por teléfono presuroso y deshecho, caminaba de un lado a otro desesperado—.

Habíamos llegado al departamento afueras de Kingston hacía cuatro horas, este se encontraba en un condominio privado, más una casa moderna que un apartamento, una puerta enorme en color negro te daba la bienvenida, el recibidor tenía una mesa de cristal llena de pequeñas esculturas y algo de polvo, al adentrarte más al recinto te topabas con la cocina de granito y dos hornos plateados, pasando la misma se encontraba la una mesa enorme para veinte personas por comedor en color negro y con sillas acojinadas de un color perla, todas las paredes del lugar eran blancas y el piso del lugar era de un blanco más aperlado, habían cuadros de gran tamaño con arte abstracto por las paredes del lugar a excepción de la ultima pared contraría a la puerta, inexistente, era un gran ventanal con dos puertas igual de cristalinas que guiaban a una terraza.

—Déjame ver linda—pidió el doctor, había llegado hacía una hora con las ropas quirúrgicas puestas indicando que ante la llamada de Harrison había tenido que salir vuelto un loco del hospital, tenía la cara pálida y los dedos fríos—¿Cómo esta, Tom?—eligió mal su pregunta, estaba de rodillas frente a mí, que estaba agazapada en el sofá enorme de cuero oscuro y este pasaba un algodón con alcohol etílico sobre la herida de mi rostro—.

—Estoy, ángel...estoy—.

—Ya no esta—escupí sin voz, ya no me quedaban lagrimas que soltar, me sentía tan vacía que como aquel día que llegué a casa y me tomó meses darme cuenta que mis padres y mi hermano jamás volverían—.

Destrúyeme: La Caída Del Imperio Holland [Tom Holland y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora