Capítulo 95

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Harrison:

El abogado del diablo

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9  de Mayo

Kingston Upon Thames, Reino Unido

Casa hogar Children's home Beechholme


Jugaremos en el bosque,

mientras el lobo no está...por que si el lobo aparece la cabeza nos arrancará.


—¡El burgués tiene dinero!—gritó aquel de cara cuadrada y dientes grandes—¡agárralo, zopenco!—ordenó—.

Era la tercera vez en el mes en la que se tenía que esconder de aquella banda de niños criminales y huérfanos en la habitación de una de las hermanas, que era una habitación medianamente pequeño, haciéndole compañía estaba un ropero de madera oscura con un montón de osos tallados en la puerta, dos ventanas medianas y un feo papel tapiz con dibujos en color durazno, una cama matrimonial sin cabecera que tenía la pared que le procedía llena de imágenes religiosas, cruces y santos cuya apariencia e historia le hacía temblar.

—No esta por ningún lado, lo perdiste, pendejo—escuchó la voz de Lucas afuera de la habitación y este se pegó aun más a la puerta y la pared para ocultarse, Lucas era un niño que había llegado de Guatemala poco antes que Harrison, era el líder de la manada, con el cuerpo delgado, tan larguirucho como un esparrago y con el cabello negro y lacio, desde él momento que Lucas vio a Harrrison llegar este supo que sería su nueva presa, siempre se sintió amenazado por el rubio, incluso cuando este lo ignoraba a morir—.

—¡Ay! cállate que tu tampoco hiciste nada por atraparlo—esta vez escuchó a Douglas, un chico regordete, con el cabello, las pestañas y las cejas tan rubias que desentonaban con su rostro que casi siempre era de un color rosado—Douglas era la copia exacta de Lucas, su aliado perfecto, con la excepción de que Douglas era extranjero y no reprobaba todos los exámenes de lengua española que le daban—nos quedamos sin el dinero—.

—Eres un pendejo—repitió Lucas, había aprendido esa palabra hace poco y cada vez que encontraba la ocasión la decía—.

—Te van a escuchar las pingüinas—le recriminaba Douglas—sabes que no puedes decir malas palabras—.

—A la mierda las pingüinas, son unas pendejas—habló Lucas, "las pingüinas" era el apodo que él en persona le había dado a las madres y las hermanas de aquella casa hogar—vamos a esperar a Harrison en la entrada, seguro que intenta escapar—.

Destrúyeme: La Caída Del Imperio Holland [Tom Holland y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora