Destrúyeme: La Caída Del Imperio Holland [Tom Holland y tú]

Capítulo 82

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Posguerra: Falto de valentía

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Dibújame un sueño, 

regálame una vida,

donde estés más libre

y fumes menos,

que alguien se aprenda nuestra historia de memoria, 

y que cuando la cuente no olvide por que los más débiles son los más fuertes

constrúyeme un hogar, 

llena las habitaciones de luz

déjame dentro y cierra la puerta

derriba los miedos, 

proclámate protagonista y sonríe 

para que cada vez que se mire al pasado

pueda llevar grabado, 

tu cabello rebelde 

y tus ojos enchinados

—¿Por que dejaron la mansión ayer?—lo escuche con la misma sintonía que uno escucha el mar detrás de una botella—.

Te veo, 

te recuerdo

 y te reconozco, 

en mis sueños tus cicatrices no desaparecen, 

pero tampoco se abren,

brillan, 

se vuelven mapa y las recorro a manos libres.

—Tom—mis sentidos lo llamaron antes de siquiera despertar mi cuerpo, estiro las manos en su búsqueda y me encuentro atrapada entre realidad; entre esas sabanas ásperas y la almohada de satín no esta el castaño mal humorado—.

—Usted nos lo indicó señor...—una voz de mujer tan lejana como la de Tom era separada por una pared de mi entero entendimiento—.

—Usted nos dijo que nos fuéramos en un documento firmado—reconocí la voz de Octavio y mis ojos se abrieron de poco en poco; me encontraba en la cabaña de servicio, me habían sacado los zapatos y me habían puesto al menos tres mantas encima por arriba del cabestrillo, mi cuerpo se encontraba pesado, mi garganta estaba seca la cabeza me tenía vuelta loca—.

—¿Tienen como comprobar eso?—atacó Tom nuevamente—.

Me puse de pie sintiendo el dolor de mil aguijones atravesarme la columna, de no ser que conservaba la habilidad para ponerme de pie hubiera creído que mi espalda baja esta hecha trizas, la muleta estaba ahí, al lado de la mesita de noche de madera oscura, la tomé y me apoye sobre ella, esta aún era demasiado alta para mí y si seguía usándola en algún momento terminaría por lastimarme el coxis.