Capítulo 94

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Desahuciados: Lo que quedo del imperio Holland

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Ni la tormenta ni el granizo se apiadaron de mi ansiedad, ni de mi miedo ni siquiera cuando pase cinco minutos en el suelo llorando e intentando recobrar el aire

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Ni la tormenta ni el granizo se apiadaron de mi ansiedad, ni de mi miedo ni siquiera cuando pase cinco minutos en el suelo llorando e intentando recobrar el aire. Los cuerpos seguían guindantes en la escalera, de no tener los costales en la cabeza llegarías a pensar que observaban la escena con morbosidad, al igual que lo hacían los cadáveres en las fotografías. Me incorporé apoyando mis codos en el suelo, podía sentir los pequeños pedazos de cristal pegados a mi espalda entre la ropa y como me hormigueaban la piel helada.

—Harrison—lo llamé casi atragantada, afectada, ignoré el dolor de los cristales clavándose en mis codos, arrastrándome hacía el hasta que pude estar encima suyo—Harrison, despierta—las lagrimas seguían nublándome la vista, el fino traje del rubio se encontraba empapado y lleno de sangre, tire de su cuerpo hacía atrás por los hombros y este apenas se movió ante mi acto conmigo encima suyo—.

El aire que se colaba hacía ruido por la gran mansión, Tom había salido dejando tras suyo la puerta abierta y un hueco vacío cubierto de un velo indescriptiblemente triste, en cuento más pensara en ello más eran las ganas de llorar, no importaba que tanto lo buscara en la oscuridad del jardín, el aire estrepitoso me dejaba claro que se había marchado.

Desarmado, 

completamente roto, 

a u s e n t e.

Con sus jeans, su suéter amarillo y su calzado simple,

no llevaba puesto uno de sus glamorosos trajes, 

pareciera que al final, ante la caída de su imperio (y por primera vez en su vida), hubiera conseguido deshacerse del titulo de mafioso, 

lo había hecho de la misma manera que en algún momento imagino, 

enteramente jodido, 

casi muerto.

—Harrison—hice otro intentó inútil por despertarlo, este seguía echado en el suelo, casi inconsciente, tenía el cuello hinchado y me era difícil saber si tenía pulso—por favor no te mueras—.

Arriba en el segundo las luces seguían apagadas, el pasillo era imposible de visualizar ante tanta oscuridad, a pie de escalera el mudo comenzó a gemir desesperado, fuera de sí, apenas pude alzar la vista en su dirección cuando le vi tropezar un grito, había un chica tomándolo desde la espalda con su mano derecha sobre la frente de este, con la otra mano izquierda alzo su cuchillo de plata, tenía las uñas de un color rojo carmesí y la punta de los dedos rosadas, esta espero a que prestara toda mi atención en ella y una vez me tuvo pasmada, corto el cuello del mudo con el cuchillo, este ahogo otro grito, con los ojos abiertos de par en par, atravesando sus propias manos llenas de tierra para intentar frenar el flujo de la sangre, la mujer aun cubierta en las sobras lo empujó hacía delante, él bajo los primeros dos escalones apresurado con sus ojos suplicantes puestos en mí, en cierto punto de su carrera en busca de mi ayuda uno de sus pies se atoró con el filillo de las escaleras, provocando que este tropezara y cayera boca abajo a mitad de las escaleras donde comenzó a rodar erráticamente, su cuerpo se detuvo aun sobre las baldosas de las mismas, sin llegar al final. Titubeante, con el inicio de mis ojos estallando en lagrimas y mis manos temblorosas tanteando la espalda del rubio pude ver al devolver la mira hacía arriba pude verla, con la piel de los brazos pálida y llena de pecas y lunares, bajo un pie acercándose a la luz, llevaba un overol gris impregnado de sangre, fijo sus ojos profundos en mí y bajo otro escalón, su cuerpo era delgado y su cintura difusa, había bolsas de cansancio por ojeras en su rostro igual de pecoso, el cabello de un rojo casi anaranjado. Era la chica que había estado presente junto a Martha el día que Danielle llegó a la mansión, aquella que había clavado su vista en mí en ese entonces ahora repetía la escena, armada con un cuchillo de plata de un filo impecable y con detalles barrocos en el mango, lo sostuvo con fuerza sobre su mano derecha bajando los escalones uno a uno.

Destrúyeme: La Caída Del Imperio Holland [Tom Holland y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora