Capítulo 48

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Vuelco

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La casa apestaba a nostalgia

 y yo que llevaba las manos empapadas en pasado

cada rocé era el recordatorio de todo el daño que jamás podría ser enmendado

que triste es ver las cosas perdidas y no darse cuenta de que están perdidas, que no volverán, 

te han dejado junto con la primavera

pero aun así ó te aferras a buscar

ó aceptas que has perdido la cabeza.

ó aceptas que has perdido la cabeza

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Tom se volvió aun más frío con el mundo exterior ante solo imaginar que estaba embarazada, se la pasaba entrenando, había vuelto completamente al negocio, viajaba, desaparecía, volvía lleno de sangre, mal herido o completamente exhausto, hacía su esfuerzo por hacerme creer que estaba bien.

Hubo un recorte de personal extremó todas aquellas personas que no tuvieran un trabajo de protección o sumamente vital en la casa habían sido despedidas, jamás volví a ver aquella chica de pecas y ojos grandes, solamente Octavio, un par de mucamas con Martha incluida y dos cocineras pudieron quedarse.

—Tom— lo llamé una de esas noches, ni Matilde ni yo usábamos el cuarto donde nos quedábamos antes, llámanos locas, pero estar ahí dolía—.

Thomas dolía

aun dolía.

—¿A donde vas?— le pregunté sentada en la orilla de su cama, en los últimos dos meses tomé por costumbre dormir con él en su cama, me hacía sentir mejor escabullirme allí, entre sus suaves sabanas y su piel caliente para cubrirme el frío, por otro lado Matilde dormía con Rubén y Miguel—.

Ella estaba molesta conmigo por haber dejado a Thomas irse

Pero ¿de haber podido detenerlo? ¿lo habría hecho?

—Voy a entrenar un poco—dijo el castaño con la luz suave de la habitación y la luna iluminándole la cabellera castaña—.

Ese día había vuelto de Milán, había ido allí para exportar una nueva droga y encargarse de sobornar a la policía, tenía ojeras en los ojos del cansancio y entrecejo fruncido,

no lo había visto en una semana y ya se iba nuevamente.

—Así que es así como se sentía— pregunté y Tom camino al closet como si este fuera su única tarea, se desabotono la camisa blanca y dejó su saco y sus pantalones sobre un pequeño sillón rojo y sacando rápidamente su ropa deportiva—.

Destrúyeme: La Caída Del Imperio Holland [Tom Holland y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora