Capítulo 58.

3.5K 290 170
                                    

Y aquí estamos con un capítulo más después de 327 años xdddd mil disculpas, yo pensaba que trabajando iba a tener más tiempo para escribir que estudiando, pero resultó ser que no 😊

De todas formas, ya estoy aquí y vengo con una pequeñita dosis de drama que espero la disfrutéis ❤ ❤

.

.

.

El dolor era cada vez más insoportable. Estaba tirado en la cama de una habitación desconocida, a oscuras, pues los enormes ventanales que adornaban las paredes tan solo reflejaban la luz de la luna que se filtraba entre los árboles. Estaba ahogándose en su propio sudor, el calor nublaba su vista y la ropa quemaba su piel... quería arrancársela, deshacerse de esas molestas prendas que tan agobiantes eran. Llevó sus temblorosas manos hasta la camiseta e intentó tirar de ella para quitársela, sin resultado. Iba a intentarlo de nuevo cuando la puerta se abrió de repente y la luz se prendió, dañando sus dilatadas pupilas ya acostumbradas a la oscuridad.

Tardó un par segundos para acostumbrarse a ella y cuando lo hizo, se percató de que quien acababa de entrar era el omega. Su diminuta figura se acercó a él con una frágil gracia, como si pudiera romperse en cualquier momento. Su estatura no llegaba al metro setenta, y pese a que su actual complexión fuera muy delgada, podía vislumbrarse que anteriormente había contado con más músculo, lo suficiente para no dotarle de esa apariencia enfermiza. Además... quizás sus sentidos estuvieran nublados, pero había algo que no podía dejar pasar, y es que el omega lucía tranquilo, pero sus feromonas estaban cargadas de rabia y pesar, dos sentimientos que parecían ser los que lo consumían poco a poco.

- Oh, pequeño... - le dijo, con una mueca de falsa aflicción dibujada en su rostro – Mírate, pobre criatura.

She Li tenía muchas preguntas, entre ellas quién mierdas era y por qué estaba ahí, pero de sus labios solo brotaban jadeos y desesperados gemidos de dolor.

- No te preocupes, ahora haré que pare – le prometió mientras tomaba asiento a su lado y con inusitada delicadeza, le acarició el cabello empapado en sudor – Vamos a ver, te puedo dar un supresor o... puedo prestarte al alfa que ya conoces, parece que os habéis llevado muy bien en el asiento trasero de mi coche.

El peligris tan solo escuchó la segunda opción, el resto fue puro silencio en su cabeza, así que no era de extrañar que sus instintos hablaran por él.

- A-alfa... d-dámelo...

Una suave risilla brotó de la garganta contraria, una risilla ácida que no tenía ni una pizca de verdadera emoción.

- Vaya, pero qué demandante eres para ser un omega, se supone que debes suplicar, no exigir – volvió a reír – me gusta, me recuerdas un poco a mí.

Nuevamente Se Li no escuchó ninguna de sus palabras, su martirio personal opacaba cualquier otro estímulo que pudiera estar recibiendo del exterior.

- Lo n-necesito...

- Claro que lo necesitas, pero me temo que él no quiere – murmuró con una inquietante suavidad, pese a la amargura de su comentario – Oh no, lo siento... no te lo tomes a mal, eres precioso, pero me temo que no eres lo que quiere.

Esta vez sí que lo escuchó, y aquellas palabras le hirieron el orgullo, pues ser rechazado dos veces en una misma noche hacían que su lado omega hundirse en la humillación. Sabía que ese alfa estaba perdidamente enamorado del tipo frente a él, pero su parte animal no atendía a razones y sufría, ahora por ese tal Yang y antes al ver a su verdadero alfa besar apasionadamente frente a sus narices a ese otro hijo de puta.

¿Por qué tú?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora