Capítulo 12.

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Recogió con rabia los billetes que el alfa le había tirado al suelo, apretándolos con fuerza en su puño mientras este lo miraba con una asquerosa sonrisa cínica que le hacía desear partirle la boca de un puñetazo.

Se incorporó para quedar frente a él cruzando los brazos sobre su pecho desnudo con la intención de recuperar una pizca de todo el orgullo que había perdido durante el privado.

- Lárgate ya – le ordenó, siendo claramente ignorado.

- No tienes derecho a mandarme nada, omega – remarcó esa última palabra, para así hacerle sentir que valía menos – Te he pagado y todavía quedan dos minutos – le rebatió altanero

Mo frunció el ceño y desvió la mirada, solo tenía que tener un poco más de paciencia, un poco más y los tres privados habrían acabado por hoy. Caminó a por sus prendas en completo silencio y se agachó para recogerlas bajo la atenta mirada del hombre. No soportaba que se le quedaran viendo de esa forma, como si fuera un pedazo de carne expuesta solo para él. Le hervía la sangre y le daban ganas de vomitar.

- No te las pongas todavía, estás mejor así – le dijo, levantándose del sofá para colocarse detrás de él y pegar su entrepierna al trasero casi desnudo del omega. – No sabes lo que me gustaría poder ser el primero en follarte – susurró, paseando las manos por sus nalgas – estoy seguro de que lo disfrutarías...

Guan Shan no pudo más, había tenido varios de esos asaltos durante toda la noche y su paciencia se encontraba muy lejos del límite, pese a eso, simplemente se apartó bruscamente de él, dándose la vuelta para que no volviera a tocarlo. Hubiera deseado golpearlo y gritarle, pero perder el trabajo no entraba dentro de sus posibilidades.

El alfa soltó una carcajada por la reacción del pelirrojo

- No te asustes

- ¡¿Quién mierdas se está asustando?! – preguntó, permitiéndose ligeramente dejar de lado la máscara de omega sumiso y volver a su verdadera personalidad.

- Tú. Estás temblando como el pequeño cobarde que eres

Mo apretó los puños y los dientes ante tal respuesta. No se había dado cuenta, pero el alfa tenía razón; estaba temblando, no obstante, no era de miedo, sino de impotencia. Lo maldijo internamente intentando calmarse antes de responder.

- Márchate, ya han pasado los dos minutos. – dijo con la voz rota de ira contenida

El alfa frunció el ceño, comprobó que sus palabras fueran ciertas y, para su mala suerte, tenía razón. Su tiempo había acabado.

- Bien omega, por hoy te libras, pero mañana volveré – dijo mientras caminaba hacia la salida – y espero que puedas ofrecerme algo para compensar el calentón que me has dejado.

Shan palideció ante la clara referencia sexual.

- ¡No estoy obligado a satisfacerte de esa jodida manera!

El mayor rio.

- Eso ya lo veremos – dijo con prepotencia, con la clara intención de, en el mejor de los casos, sobornar al jefe del pelirrojo para obligarlo a que le cediera su virginidad, de seguro así tendría vía libre el resto de días para usar su cuerpo a su antojo.

El pelirrojo frunció el ceño y apretó los dientes con fuerza imaginando miles de formas en las que podría matarlo, más no dijo nada y dejó que se fuera.

No. Definitivamente no aguantaría un día más como ese.

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