Capítulo 53.

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Bueno, aquí estamos otra vez... lista para poner a Tian y Mo en una situación un tanto comprometida ^.^

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El resto de la cena transcurrió tranquila. Ninguno de los dos volvió a mencionar el tema de Jian Yi, mucho menos el de los padres de Guan Shan, dando lugar a conversaciones triviales sin mucha relevancia acerca de cualquier tema del momento o estupideces relacionadas con cualquiera de los dos o sobre aquellos amigos que compartían. De fondo se escuchaba la televisión, pues en algún punto de la noche, la habían encendido.

Se trataba de una cena sin más, una noche cualquiera sin aparentemente gran importancia, pero He Tian sentía su pecho hincharse, lleno de infinita felicidad. ¿Cuántas veces había compartido una experiencia así con alguien? Literalmente ninguna, no a excepción de la pareja de tórtolos que tenía por amigos, cuando eran más jóvenes y estos todavía no eran novios, cuando todavía sentía algo por Jian Yi... cuan lejano parecían esos tiempos ahora, y cuan estúpido le parecía haber sentido algo por el idiota de su amigo... tiempos lejanos y difusos en los que todavía creía poder librarse de las opresivas cadenas de su familia.

No, definitivamente nunca había tenido una experiencia como la de ahora, una experiencia que cualquier joven de 24 años había repetido hasta la saciedad, ya fuera con su pareja o la persona a la que intentaba conquistar. Una experiencia sencilla, al fin y al cabo, compartir una conversación tirado en el sofá con el chico que quieres mientras ambos cenan no suena a un plan muy innovador, pero para alguien como He Tian, alguien ajeno al calor humano y las experiencias propias a un chico de su edad, era el completo paraíso.

Era curioso, toda la vida intentando escapar de las obligaciones que implicaban su maldito apellido y solo en los momentos que compartía con el pelirrojo, en esos momentos de calma y paz mental, se olvidaba por completo de quién era y a dónde pertenecía, dejándose llevar por sus anhelos y actuando como lo haría un joven cualquiera de su edad. Siempre que estaba con él sentía su realidad difuminarse, desaparecer, pese a que esa realidad le pisara los talones más que nunca.

De reojo observó como Guan Shan terminaba sus fideos y se agachaba para dejar el bol al lado del sofá. Un gesto sencillo pero que irremediablemente hizo a su mente fantasear entre infinitas posibilidades que podían hacerle más feliz de lo que ahora estaba siendo. Moría porque el pelirrojo se acurrucara en su pecho en una búsqueda silenciosa de mimos y caricias. Moría por acariciar su piel, aquella que tan pocas veces había tocado de manera íntima, pero que era increíblemente suave. Quería acariciarle el pelo, enredar sus cortas y rojizas hebras entre los dedos y tirar suavemente de ellas. Fantaseaba con deslizar los dedos por sus ojos, su nariz, sus mejillas, sus labios... quizás hasta ambos excitarse y terminar sumidos en un enredo de besos y posturas incómodas con sexo como desenlace, sexo que empezaría ahí, pero acabaría en la cama, dando rienda suelta a toda su pasión. O quizás podrían simplemente quedarse dormidos abrazados, mientras veían cualquier película mala que pusieran por televisión. Realmente le daba igual, mientras estuviera con él cualquier tontería se volvía deseable. Mientras estuviera con él, todo lo demás dejaba de existir.

Dios, de verdad se moría por tocarlo, de la forma que fuera, de la más sucia a la más pura, cada vez que lo deseaba recordaba la noche del jodido beso, aquella noche de la que no habían vuelto a hablar, pero cuyo efímero momento fue absolutamente placentero. ¿Cuántas veces se había masturbado pensando en ese momento? desde que sucedió, no recordaba una sola vez que ese recuerdo no hubiera estado presente en su imaginación. No podía evitarlo, hacerlo se vuelve una tarea imposible cuando amas y deseas tanto a alguien.

¿Por qué tú?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora