Capítulo 15.

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Tap. Tap. Tap.

Mo caminaba por los pasillos del club muy nervioso. She Li todavía no había llegado y a este paso iba a explotarle el corazón de tanta impaciencia. Había pasado toda la noche anterior dándole vueltas al asunto del misterioso paquete y ahora que el momento había llegado casi sentía la necesidad de dar marcha atrás por mucho que el peliblanco no se lo permitiera.

- Pelirrojo – lo llamó el tan esperado omega, posando la mano sobre su hombro

Guan Shan ahogó un grito y pegó un salto para separarse de él. Joder que sigiloso era, menudo susto le había dado. Li lo observó impasible y se acercó a él, invadiendo su espacio personal.

- Ten, escóndelo – pegó el paquete contra el estómago ajeno, ocultándolo con su propio cuerpo.

Con el corazón en un puño asintió, tomando dicho paquete para guardarlo entre sus manos. She Li se apartó.

- Ya sabes la hora y el lugar, no se te ocurra escaquearte.

Si lo hacía, si al final decidía faltar a la "cita" ahora que el asunto recaía sobre los hombros de Li, sería él quien tendría graves problemas.

- No pienso hacerlo – dijo con valor el pelirrojo, recibiendo como respuesta una leve sonrisa ladina antes de irse.

Cuando se quedó a solas sus hombros se relajaron. No se había dado cuenta, pero por acto reflejo su cuerpo se tensaba más de lo habitual cuando ese omega estaba cerca.

Mo entró a cuarto privado para cambiarse y observó el paquete, este no era grande y tampoco pesado, pero estaba muy bien envuelto, como si lo que hubiera en el interior fuera o de gran valor o muy peligroso, quizás ambas.

"¿Droga?"

Guan Shan frunció el ceño con desconcierto ante la idea de que lo que tenía entre manos fuera cocaína o alguna otra sustancia ilegal, no iba a mentir, le acojonaba pensar que lo que tenía entre manos fuera eso, no quería que lo pillaran y mucho menos ir a la cárcel.

"Mierda ¿por qué me he metido en esto?"

Con las manos temblorosas y viendo imposible el echarse atrás, escondió en paquete en uno de los cajones de la mesa. No tenía llave para cerrar la sala, así que tan solo podía confiar en que nadie entrara buscando algo.

Miró la hora, era su turno.

A toda prisa se cambió de ropa y salió al escenario para entregarse como cada día a esa muchedumbre de alfas depravados, ignorando esos gritos que tanto odiaba escuchar cada vez que se quitaba una prenda o hacía un movimiento obsceno y apretando la mandíbula para no lanzarse hacia ellos y defender su jodido orgullo como él sabía, a golpes.

Ese trabajo sobrepasaba los límites de su paciencia. 


Finalmente, todos sus turnos acabaron y corrió con preocupación hacia el cuarto donde había escondido el misterioso paquete: seguía ahí, todo parecía estar en orden y nadie había entrado, podía respirar tranquilo.

"Vendrán por él a esta misma hora, espéralos fuera, alejados del pub."

Las palabras de She Li de la noche anterior resonaron en su cabeza, si estos no se retrasaban debía entregarles la supuesta mercancía en escasos minutos. Lo mejor sería vestirse ya para no hacerlos esperar, ni siquiera sabía con quién tenía que tratar y pasaba de incomodarlos innecesariamente.

¿Por qué tú?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora