Capítulo 25.

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Guan Shan se sentía descolocado.

Habían conducido por el barrio más rico de la ciudad para ir a parar a uno de los bares con más prestigio, o al menos eso es lo que Tian decía, y desde el momento que entró se sintió sobrecogido por el lugar. Este no era nada parecido a los antros cochambrosos que alguna vez había visitado, estaba seguro de que cualquiera de los sillones que se encontraban a lo largo del lujoso bar costaban más que cualquier local que hubiera pisado anteriormente.

Las paredes, el suelo, los muebles, la barra, la gente... todo en aquel lugar olía a riqueza, incluso un tipo en esmoquin estaba tocando conocidas melodías en el único piano de cola que había en el lugar así que Mo no podía evitar verse como un intruso.

- ¿Por qué me has traído aquí? Vámonos.

- ¿No te gusta el sitio?

- No me gusta la gente, no encajo con ellos.

El mafioso apoyó una mano en su hombro y se acercó a su oído.

- No tengas en cuenta a nadie más y céntrate sólo en mí - declaró con naturalidad y lo instó a andar - vamos, déjame invitarte a una copa esta noche.

Mo se tensó al escuchar tales palabras justo en su oreja, pero no dijo nada y se dejó arrastrar hasta la barra del bar. La pared de este estaba llena de vinos y licores de todo tipo, tantos que el pelirrojo no conocía siquiera la mitad de ellos.

No era muy dado a la bebida, de vez en cuando tomaba alguna cerveza, pero de ahí a ir a un local a tomar había un paso muy grande, además dada su condición de omega no era algo que pudiera hacer sin más, pues si se emborrachaba podría acabar en un callejón o en la cama de un cualquiera, así que nunca se le antojó probar algo así.

- ¿Gustas de algo en especial?

- No suelo beber alcohol.

- Entonces déjame sorprenderte.

El mafioso sopesó los posibles cócteles que al pelirrojo podían gustarle: no estaba acostumbrado a beber por lo que optaría por un trago más dulce, además era consciente de que la tolerancia al alcohol de los omegas era más bien baja y pese a lo divertido que sería verlo en cierto estado de embriaguez no iba a ser tan capullo, así que un licor sin muchos grados sería lo mejor.

El barman se acercó a atenderles. Mo seguía observando la decoración del lugar.

- ¿Qué les sirvo, caballeros?

- Un Manhattan para él y un Godfather para mí.

- Enseguida.

He giró su asiento para quedar de frente al bailarín.

- Todo esto es muy ostentoso y estirado - comentó este último.

- ¿Eso crees? espero que a mí no me mires con los mismos ojos - comentó en tono jocoso.

Mo no respondió, realmente no veía al moreno de esa manera, por muy forrado en dinero que estuviese ni de lejos era tan estirado como toda esa gente... es más, no lo había pensado hasta ahora, pero Tian había conseguido que no lo viera siquiera como al resto de personas dado que desde hacía mucho tiempo alguien no lo trataba con un mínimo de afecto, no desde sus padres.

Frunció el ceño al recordarlos y el corazón se le encogió, no quería pensar en ellos, llevaba muchos años sin hablar con ninguno de los dos, concretamente a su padre desde el horrible día que lo encarcelaron y a su madre desde que se fue de casa y joder, les extrañaba tanto que le dolía. Mucho.

El camarero regresó con las dos copas, interrumpiendo los destructivos pensamientos del pelirrojo.

- Aquí tienen.

¿Por qué tú?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora