Capítulo 7.

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     De cara al colchón, Tian trataba de conciliar el sueño sin ningún resultado. Eran las seis de la mañana, había pasado toda la noche en ese jodido almacén intentando sacar información a alguien que no tenía intención de hablar nada más que para suplicar que le mataran o para gritar.

Una jodida pérdida de tiempo.

Con un suspiro se sentó en la cama apoyando la espalda en la pared, tomándose la cara entre sus manos como si así pudiera evadir todos sus pensamientos. Por un segundo pensó en llamar a Jian Yi, necesitaba una voz conocida para que lo reconfortara, pero hacerlo sería muy extraño e incómodo para ambos por muy amigos que fueran.

Menuda mierda.

Odiaba los momentos en el que toda la mierda de su vida salía a flote y le hacían arrepentirse ligeramente por el camino y las decisiones que había tomado en un pasado. No el dedicarse a la mafia, eso venía implícito desde su nacimiento, sino el haber desperdiciado la oportunidad de "formar una familia" con la única persona con la que se le estaba permitida y a la que había querido mínimamente. Detestaba no haberse quedado con Jian Yi cuando pudo.

No obstante, el rubio llevaba junto a su pareja destinada desde que eran críos y no era su intención romper esa extraña relación que ambos tenían en ese momento. Si ese jodido idiota no hubiera encontrado a su pareja, ahora tendría unos brazos cálidos a los que acudir para que le reconfortaran. No pudo negar que al enterarse de la existencia de Zheng Xi y los sentimientos del omega hacia él sintió una leve punzada de dolor, pero para su suerte, no duró mucho y pronto fue capaz de olvidarlo, siendo capaz de acostarse con varias personas sin pensar en su amigo.

Chasqueó la lengua y se levantó de la cama para dirigirse al baño con la intención de despejar todos esos pensamientos. Al verse al espejo se percató de la pequeña mancha de sangre seca que todavía tenía en la mejilla izquierda, la cual desapareció tras lavarse la cara.

Joder, normalmente sus trabajos eran limpios siendo otros quienes se ensuciaban por él, pero ese alfa se las había ingeniado para hacerlo intervenir de forma directa y no entendía muy bien el por qué. Tal vez fuera por su orgullo, pues no podría soportar el hecho de que fuera Qiu, un beta, quien acabara con él.

Sonrió de lado amargamente al recordarlo, ese gorila de pelo blanco cuya apariencia era más similar a la de un alfa que a lo que realmente era. Era la primera persona en el clan con una clase inferior a todos los demás por lo que al principio no fue muy bien visto, pero al hacerse muy amigo de Cheng, terminaron por tratarlo como a un igual.

Alguna vez había llegado a pensar que entre su hermano y él había algo más que una simple amistad o una relación jefe-subordinado, pues por mucho que Cheng tratara de ocultar sus emociones bajo esa máscara de seriedad, el ambiente cambiaba ligeramente cuando ellos dos estaban cerca y las expresiones del mayor de los He se volvían más suaves.

Sin embargo, un alfa y un beta jamás podrían estar destinados, sin contar que las relaciones entre miembros de la mafia están prohibidas... a menos que seas el jefe, al parecer.

Frunció el ceño. Jamás pensó que Qiu fuera del tipo de personas que atraen a Cheng, ni por físico ni por personalidad, así que no llegaba a comprender que podría haber pasado por la mente de su hermano para llegar hasta ahí.

Pero ¿qué más daba eso ahora? Ponerse a pensar en el imbécil de su hermano no hacía más que agravar su pésimo estado emocional, además que solo eran suposiciones

Se dirigió hacia la ventana cogiendo un paquete de cigarros y un mechero por el camino, encendiendo uno de ellos para fumarlo apoyado contra el cristal. Todavía era de noche, pero no tardaría en amanecer.

¿Por qué tú?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora