Capítulo 32.

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Emmm hoy no tengo nada de lo que avisar así que... ola k tal???

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- A-aangh

Las caderas de He Cheng se mecían violentamente embistiendo el interior de Qiu con precisión, golpeando el punto justo con cada ida y venida para hacerlo delirar de gusto. Las fuertes piernas del beta se sostenían sobre los hombros del alfa y cada vez que este arremetía contra él, se sentía tocar el cielo.

Estaba cerca, muy cerca del orgasmo y el moreno lo sabía, conocía a la perfección cada reacción de su cuerpo y era consciente que con un par de estocadas más, Qiu se vendría sobre su propia mano, la cual no dejaba de agitar su miembro con ganas, así que buscando desesperarlo un poco más, aminoró la velocidad y lo agarró de las muñecas para sujetarlas por encima de su cabeza.

El beta gruñó ante su orgasmo frustrado y como respuesta, el mafioso esbozó una sonrisa torcida antes de embestirlo de nuevo.

- H-He Cheng, no seas tan capullo, hnngh.

- ¿Desesperado? – cuestionó en un susurro jocoso, rozando con maestría el punto más delicado de su amante.

Qiu jadeó con violencia. Oh no, aquello no iba a quedar así.

- Te vas a enterar... - amenazó el beta.

Cheng rio con soberbia ante las que creía palabras vacías, más al recibir un inesperado y placentero apretón a lo largo de todo su miembro, su poder se vino abajo unos segundos y antes de que pudiera darse cuenta, el peliblanco se erguía sobre él imponente y seductor, observándolo con la misma soberbia que el He había usado.

- Eres un traidor – murmuró muy excitado el alfa.

- Tú te lo has buscado – se defendió y le sonrió con complicidad, mandando a volar la mente de su amante y dejándose llevar por el avasallante beso que este ahora le daba, agarrándolo de la nuca y marcando con la lengua todo rincón de su boca.

El peliblanco intentó sobreponerse sobre él, seguir con el juego y llevar él un poco el control, pero el alfa lo arrastraba hacia su terreno con maestría y terminó por dejarse llevar... hasta que se vieron obligados a separarse por falta de aire.

- Joder...

- Vamos muévete – gruñó Cheng una vez recuperó el aliento, agarrándolo de las nalgas e instándolo a que lo montara – a mí tampoco me queda mucho.

No hizo falta que le insistiera, nada más escuchar la orden y para gusto de ambos, sus caderas se movieron por inercia, encontrando pronto el ritmo que más se adecuaba a ellos y por fin, al verse libre, Qiu regresó la mano a su dura erección para masajearla a su gusto, dejándose llevar poco a poco hasta su tan deseado orgasmo y arrastrando consigo el placer del moreno, quien con un profundo gemido, apretó sin compasión el trasero del beta hasta descargar en su interior, llenándolo por completo y desencadenando segundos después el clímax de este.

- Hnngh – gimió profundo Qiu, mordiendo su labio inferior con fuerza y opacando tal gemido – Haaah.

El menor se vino en abundancia sobre su propio pecho y el de He Cheng, dejándose vencer sobre el cuerpo del último. Ambos estaban agotados y jadeantes.

El mafioso rio suavemente.

- Estamos demasiado mayores para esto, de normal aguantábamos más de dos rondas.

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