Capítulo 79.

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Veamos cuánta gente se presenta en la puerta de mi casa con antorchas después de este capítulo...

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La rabia lo consumía y su sed de venganza era cada vez más fuerte.

Habían pasado tres días desde que Tian le había rajado los pies, tres días sin poder ir a trabajar por no poder mantenerse de pie, mucho menos ponerse los tacones. Esa misma noche había llamado al club para avisar que no podría acercarse por unos días, excusándose en una enfermedad que no tenía y, después de escuchar al alfa del club repetir incontables veces que echará de menos verlo mover "su precioso culo" por los pasillos, le dijo que regresara cuando pudiera y colgó.

Ahora, tres días después, ya podía mantenerse en pie sin tambalearse y lo primero que hizo fue acudir a la mansión de Liu. La noche anterior había recibido una llamada de Yang muy preocupado, pero no le quiso decir el porqué, así que ahora estaba esperando que ese estúpido alfa le recogiera.

Cuando llegó y se montó en el coche, She Li le preguntó directo.

- ¿Para qué me has llamado?

- Necesito que me ayudes con el jefe.

Pese a que Yang llevara gafas de sol podía ver el cansancio asomar sobre estas.

- ¿Con qué, exactamente?

- Ayer a la tarde entró en celo y lleva horas negándose a comer o beber.

El omega arqueó una ceja totalmente incrédulo.

- ¿Me has llamado para que haga de niñera?

- Soy el primero al que no le gusta la idea, pero sí.

- ¡Hah! – Li rio. – Sois una jodida organización criminal y no tenéis a alguien que se encargue del celo de vuestro líder, es lamentable.

El alfa apretó los dedos en el volante con rabia.

- Ningún alfa se puede acercar y no deja que ningún omega lo vea en esas condiciones. Están bajo amenaza de muerte, pero tú... - hizo una pausa para asimilar lo que estaba a punto de decir. – ...tú le eres útil, de ti no puede deshacerse.

She Li esbozó una sonrisa de soberbia y Yang contuvo sus ganas de reventársela de un puñetazo.

- ¿Y qué gano yo con todo esto?

- No te estoy pidiendo un favor, es una orden.

- Las únicas órdenes que obedezco son las de tu jefe y él no parece querer ayuda. ¿Qué gano yo a cambio?

El alfa apretó los dientes, odiaba demasiado a ese omega.

- ¿Cuánto dinero quieres?

- Oh, no, no necesito dinero...

- ¿Entonces qué quieres?

She Li lo pensó unos segundos; de repente se le había presentado una oportunidad de oro para exigir lo que fuera y, aunque ya tenía una idea clara en su cabeza, una idea que tenía nombre y apellido, buscó algo más.

Ah, ya lo tenía.

- Dos cosas. – levantó el dedo índice. – Uno, enséñame a disparar. – Luego levantó el dedo corazón. – Y dos, dime dónde está trabajando Mo Guan Shan.

¿Por qué tú?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora